En la novelería de las reformas a la Ley de Elecciones como siempre sólo se enfocó en los asuntos de forma y no los de fondo; siendo que son los principales aspectos que se deben remediar, sobre todo por los resultados nefastos que se ha obtenido, con las actuales reglas de juego.
Los asuntos de fondo son: 1.- La calidad de políticos que tenemos y los que se postulan; para los cuales ya es hora de imponer requisitos mínimos y máximos acordes a tan altas responsabilidades. 2.- La calidad de movimientos y partidos políticos que tenemos, para que éstos no sean solo electoreros, sino orgánicos (que se califiquen por su trabajo social, educativo y de investigación de la realidad social, económica, política, cultural, educativa, científica, etc.) 3.- La calidad de Poderes del Estado que tenemos en los cuales el de menos credibilidad es el Legislativo, a donde deberían solo llegar 24 legisladores constitucionalistas previamente calificados y los movimientos que hayan sido beneficiados por el voto popular, sean Consejos Consultivos auxiliares, para evitar tanta improvisación y desperdicio de recursos, que le cuestan al país.
Otro tema de urgente análisis y corrección es el que tiene que ver con la relación entre mandante y mandatario; dado que la realidad nos remite a que después de las “elecciones” el Mandante, queda sojuzgado, sometido y burlado por el mandatario. Como si en una empresa el Gerente incumpla el plan de acción, agreda a la junta de accionistas e imponga su criterio, algo inaudito que no puede darse en la práctica.