Neville Chamberlain buscó por todos los medios pacíficos aplacar el espíritu belicista de los nazis, al extremo de hacer de la vista gorda y aceptar el rearme alemán, la anexión arbitraria de territorios, la persecución y muerte de inocentes judíos y opositores políticos. Churchill expresó “Os dieron a elegir entre el deshonor y la guerra… elegisteis el deshonor y tendréis la guerra”. La historia nos enseñó que ante el avance arrollador de esa maldad, de esa criminalidad, no hubo postura lógica, pacífica y racional que la detenga, sino que más bien el retardo de toma de decisiones drásticas hizo que a la final gente inocente sea la que más sufra las consecuencias de la inacción.
Esto lo expreso por lo que está ocurriendo ya no en el frente externo sino en el interno, donde la delincuencia, la criminalidad ha llegado a límites que nos hace pensar que el concepto de “Ser Humano” debe ser revisado.
Donde la delincuencia, la criminalidad, como ocurrió con los dirigentes nazis, se sienten cada vez mas envalentonados ante la falta de acción o inacción de quienes están en el poder, quienes a su vez se escudan con el pretexto de “el respeto a todos los seres humanos”.
Donde la delincuencia, la criminalidad, está actuando de tal forma que quizá convenga reclasificarlos como terroristas o alguna otra terminología, y actuar en consonancia.
Independiente de lo que legalmente se establezca, lo único cierto es que si no se toman medidas urgentes, apegadas no al derecho de estos delincuentes, sino al derecho a la seguridad y la vida de las personas de bien, caeremos, como la Europa de 1939, en una terrible y sangrienta confrontación…”elegiste la tolerancia, de todas maneras tendrás la guerra”.