Rechazo enérgicamente la parcializada carta suscrita por dos funcionarios de la Defensoría del Pueblo, publicada en la página 11 de la edición correspondiente al miércoles 13 de los corrientes, quienes no tienen atribuciones legales para emitir pronunciamientos públicos a nombre de ese organismo, ni para juzgarme como lo han hecho anticipadamente. ¿No es acaso este un abierto adelantamiento de opiniones dentro de un caso que recién se investiga? ¿No es acaso esto un evidente pronunciamiento tendiente a doblar la opinión pública y el criterio de los funcionarios (fiscales y jueces) que deban tramitar las denuncias por un supuesto delito de odio? ¡Cuidado con el prevaricato!
Rechazo enérgicamente también que se pretenda tomar mi artículo ‘Familia alternativa’ como “caballo de batalla” o “conejillo de indias”, para que en el Ecuador se apruebe el matrimonio entre homosexuales, y para que se permita que estos adopten niños, lo cual está expresamente prohibido por nuestra Constitución y por la Doctrina Moral de la Iglesia Católica. Mi artículo periodístico, contiene mi opinión filosófica respecto de esos y de otros temas conflictivos, difundida en el marco constitucional de la libre expresión, la que tengo pleno derecho de exponerla y de mantenerla, la cual además refleja el pensamiento de la mayoría de ecuatorianos. En su texto no hay incitación al menosprecio, odio o violencia de ninguna minoría. Yo
no odio ni he odiado nunca a nadie. Tengo amigos e hijos de estos, homosexuales, a quienes respeto y considero. No creo haber faltado el respeto a nadie, pero si alguien se sintió afectado o discriminado por él, lo lamento.
Ninguno de los términos utilizados en el citado artículo pueden considerarse como una incitación al odio ni como actos discriminatorios, para lo cual basta leer el significado de los mismos, en el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española.
Aunque parezca de ‘Ripley’, se ha iniciado un proceso penal en mi contra, en el que se persigue mi prisión, por haber dicho lo que muchos piensan y otros callan; en el que expondré mis argumentos jurídicos para establecer con claridad meridiana que ese artículo no contiene odio, ni incitación al odio, ni desprecio a ningún ser humano, lo cual en cambio sí ha sido manifestado en mi contra por varios miembros de la comunidad Glbti.