Así denominó el Che Guevara a su política de ejecuciones en La Cabaña (1959) de quienes eran denunciados como enemigos de la revolución. Para el Che, el efecto era inmediato, cuenta en su libro Juanita Castro, hermana de Fidel y testigo de estos hechos.
Tan solo una de esas denuncias bastaba para mandar al paredón a la gente. Sugiero que los asambleístas ecuatorianos que culpan a Ronald Reagan y Margaret Thatcher de la muerte del Che, asesinado, según ellos, “cuando estaba vivo”, lean el libro de Juanita: “Fidel y Raúl, mis hermanos, la historia secreta” para que vean como miles de seres humanos fueron ejecutados por el Che, también estando vivos, por el único delito de ser opositores al régimen.
¡Basta de tonterías que tanta vergüenza hacen pasar al país!