Mientras los cubanos son masacrados por reclamar pan y libertad, los vecinos indolentes, incluido el Papa no dicen nada, ¿invocan la autodeterminación de los pueblos? “Si quieren atentar contra la revolución pasaran sobre nuestros cadáveres” vocifera Díaz Candel, marioneta de los Castro. Fidel se auto designó primer ministro y dueño de Cuba en 1959, renunció en 2011 en favor de su hermano Raúl y este nombró a su vez a Díaz Candel, testaferro que conmina a sus incondicionales a enfrentar a los manifestantes.
La Cuba de Castro siempre vivió de la caridad de Rusia y luego de Venezuela. El Partido Comunista cubano estuvo fuera de la realidad, para sobrevivir recurrió a alquilar sus soldados en lugares remotos y perjudicar a sus médicos de los que abusó en países como Ecuador, robándoles sus salarios.
Derruido el Muro de Berlín, Castro desesperado fue al Brasil y convenció a Lula da Silva, líder del Partido de los Trabajadores, formar el Foro de Sao Paulo, organización conformada en un inicio por partidos de izquierda que se ‘apoderarían’ del mundo, pero el Foro considerado Negocio Monstruoso, no ha logrado adquirir suficiente fuerza e importancia para influir en la región; para el 2018, la mitad de los países miembros suspendieron su afiliación. Castro, eso sí, le dio especial importancia a Hugo Chávez, un soldado golpista que gobernando Venezuela (1999-2013) le permitió sobrevivir hasta nuestros días regalándole el petróleo.