El nombre de la obra de Gabriel García Márquez usualmente se lo toma para evidenciar cosas que se dan y no deberían sorprender, porque son el resultado de acciones y omisiones que con algo de previsión debieron evitarse o regularse previa y adecuadamente.
Es el caso de las severísimas restricciones a las importaciones para el sector privado, algunas con el pretexto de protección ambiental, y digo “pretexto”, porque en los contratos mineros y en la contratación con empresas chinas esa protección ambiental está en el papel, pero no tiene una verificación idónea.
Lo único cierto es que el Gobierno se ve ante una balanza de pagos que para los próximos años aparece persistentemente deficitaria, en que uno de los componentes es la balanza comercial, por eso castiga a las importaciones, y seguirá subiendo el impuesto a la salida de capitales.
La disminución de USD 300 millones en importaciones –que son las de los aranceles más elevados– generará una severa restricción de ingresos al Fisco, que el Gobierno intentará recuperar vía más presión tributaria.
Incrementar más el impuesto a la salida de divisas hará más difícil el ingreso de capitales, porque si se encarece la salida de divisas, ¿para qué traerlas? expresan los que manejan flujos de capitales.
Ya hay contratación pública en área petrolera que prevé efectos de modificaciones cambiarias, ¿por qué?, ¿alguien está pensando en desdolarizar y en incautar divisas?
El fantasma de ese déficit en la Balanza de Pagos tiene además otras causas que el Gobierno no las asume. La principal, el endeudamiento caro con China y otros países, bajo figuras simuladas como la de venta anticipada de petróleo y contratos llave en mano. Así, otras obligaciones con el exterior, cuando se trata de obras que deberían hacerse con empresas ecuatorianas en el 100% y financiarse localmente, como el movimiento de tierra en la obra del parque Los Samanes, por cerca de USD 25 millones, con la empresa coreana Daewoo; y, adquisiciones para FF.AA.cuya eficiencia se cuestiona.
Y lo de “además”, que anoto en el párrafo anterior, lo digo porque sí creo que debe haber una política de importaciones, para una adecuada programación de divisas, pero no por desesperación en errática política de divisas. Es el caso de los celulares, a los que se limita severamente su introducción; aun nuevos, de viajeros. En el Ecuador en que se atraca y se mata por robar celulares, ahora serán más que una joya preciosa, porque adquirirlos o será muy caro o será imposible.
¿Los del entorno del poder van a autocastigarse sin celulares? No, a ellos se los da el Estado, que usualmente les paga el consumo. Igual con los vehículos: es impresionante ver cómo se actualizan los vehículos oficiales, incluyendo los de las numerosas escoltas de seguridad.