Mala, francamente mala, es la iniciativa del Contralor General del Estado Dr. Pablo Celi, de convertir al ente que preside, en cuerpo colegiado, integrado por los consabidos “delegados”, elegidos a dedo y sin los conocimientos técnicos que se requieren, en razón de sus cometidos como juez de cuentas; pues, puede suceder más temprano que tarde, que se convierta en un organismo politizado, en contra de los intereses nacionales. Es cierto que hemos tenido contralores ejemplares y honestos, para suerte del país, como el Dr. Marcelo Merlo Jaramillo, el Dr. Hugo Ordóñez Espinosa, y otros, y no se les ha ocurrido ser acompañados por un séquito de personas que opaquen, las labores técnicas que lleva en si por la naturaleza de sus tareas. Se dice que lo que está bien, no hay que cambiar y la estructura de la Contraloría, con las falencias que pueda tener, es un real aporte para bien del país.
Desde luego que hay excepciones como la del tristemente célebre ex-contralor Pólit, prófugo de la justicia, que se encuentra gozando de libertad y llevando una vida llena de lujos con dineros mal habidos. Señor Contralor, recuerde que gobernar es rectificar por el bien común.