Para el ecuatoriano IESS es a crisis como político a corrupción. Nos acostumbramos a publicaciones y conversaciones que tachan al IESS de insostenible. Pero veamos ¿cómo puede ser? Esta institución recibe mensualidades obligatorias de todos los empleados públicos y privados. Contando sólo empleo formal, son más de 3 millones de personas según el INEC, aparte de afiliados voluntarios. Está la pésima calidad de atención y muchas veces el apuro y la “carota” que recibimos del personal.
El semestre de espera para obtener una cita por una gripe, nos obliga a buscar médicos particulares y olvidar que estamos “asegurados” con el IESS. Sí es de aplaudir la eficiencia para debitarnos puntualmente su cuota mensual.
También está el recientemente devuelto aporte anual del Estado que seguro se paga con retrasos y penurias pero que no es poca cosa. La escasez de medicamentos que enriquece farmacias privadas, y un largo etcétera de curiosidades. Entonces, con tanto ahorro en la atención y tanta aportación ¿cómo está en crisis? ¿Cómo se atreven a proponer que subamos los años de aportación? Es un descaro indignante. Sabemos que hay pasivos; la mala atención a los afiliados que aunque no parece, cuesta bastante.
Nuestros jubilados que merecen cada centavo. Seguros campesinos y campañas sociales costosas pero muy necesarias, entre otros. Pero ¿No será que gran parte del problema está en la mala administración, en el exceso de burócratas ineficientes, en las muchas propiedades que no producen pero sí gastan? Obligados o no, somos los clientes del IESS y como sociedad no podemos aceptar reformas abusivas.