Mediante juramento público ante el Pabellón Nacional los miembros de FF.AA. después de su entrenamiento, al inicio de sus funciones como soldados del Ecuador, se obligan a servir a su patria garantizando la soberanía de la misma y, para cumplir con su deber se comprometen a ofrendar su vida si fuere necesario.
Pero, la soberanía de la patria no solo puede estar amenazada desde el exterior, sino también desde el interior mediante la delincuencia organizada derivada de actos políticos como insubordinaciones, guerrillas, o por intereses económicos, como ejemplo: el narcotráfico, el contrabando, contratos o negociados en contra de los intereses del Estado, o, de la sociedad en general, o por una mala administración pública que ocasione daño al ser humano al restarle oportunidades de trabajo, actos que, lleven a una degeneración de los valores nacionales como está sucediendo actualmente por no inculcar los valores morales, éticos y cívicos en los hogares y en los institutos educacionales en general, ocasionando un incremento en la delincuencia.
Al momento los actores ya han copado los espacios carcelarios a nivel nacional, obligando al Gobierno a declarar el Estado de Excepción Nacional y por ello disponer la participación de FF.AA. para ayudar a la Policía Nacional en su tarea de garantizar la seguridad interna del país. Esta decisión del Ejecutivo ha traído división de criterio en la sociedad, para unos la participación de FF.AA. puede traer problemas, pues no está preparada para estas tareas, el empleo de la fuerza se les puede salir de las manos y traer situaciones graves para la sociedad, para otros no, pues hemos degenerado tanto que el Gobierno se ve obligado a declarar el Estado de Excepción.
Lo importante es saber que sólo la presencia de FF.AA. ya obliga a pensar dos veces a los delincuentes antes de actuar. Las FF.AA. deben igualmente pensar dos veces antes de usar la fuerza, pues su presencia, su comportamiento debe ser ejemplar, respetando los derechos de los demás, pero castigando severamente al delincuente encontrado cometiendo el delito.
Lo decisivo es hacer un estudio para determinar las causas que motivan el cometimiento del delito y eliminarlas. Así mismo de debe educar, y formar dentro de los institutos carcelarios para motivar el cambio de actitud del delincuente y transformarlo en un ser positivo para la sociedad, sino se llevan a cabo estas acciones, estamos perdidos como sociedad, como país. Es imperativo tener presente que estas acciones para que den resultados necesitan una nueva generación, esto es unos 25 años, pero hay que comenzar ya.