Es divertido ver cómo la ciudad avanza en cuanto a obras y los quiteños aún estamos lejos de ese desarrollo, al menos en cuanto a forma de ser. Las últimas horas han tenido comentarios en referencia al nuevo aeropuerto, que sin lugar a dudas es progreso, pero lo que llama la atención es el sentimentalismo de nuestra cultura “adiós a tantos sueños e ilusiones” o “se va más de medio siglo de historia”, ideas que contradicen lo que se decía del mismo sitio donde hoy se llora su partida. No hay obra que no tenga de por medio comentarios de los desocupados y medios sensacionalistas. Cada vez que se inaugura un proyecto, estos están ahí, para decir lo que es y lo que no es. En grandes ciudades se levantan puentes, se hacen túneles, se abren y cierran aeropuertos a diario y la gente los utiliza sin corte de cinta ni noticias amarillistas. En pocos meses el aeropuerto pasará a ser parte de nuestra rutina diaria y la novelería se convertirá en aburrimiento, hasta que aparezca otra obra más.