Han pasado dos años desde que se inició la “Cirugía mayor” contra la corrupción; sin embargo, parece que el paciente sigue en la sala de espera. Se han nombrado comisiones, más comisiones, secretarías especiales, se ha pedido ayuda al exterior, se conoce de asesores externos de compañías especializadas, pero, la realidad absolutamente nada. Todos los días denuncias sobre nuevos atracos, cientos de informes de Contraloría, una Fiscalía aparentemente abrumada, y una inoperancia que parece que estamos envueltos “en los hilos de la burocracia”.
Para terminar, hoy estamos en reuniones con Odebrecht para una posible compensación al país, lo cual parece otra tomadura de pelo; la mejor cooperación que podemos pedirle a Odebrecht como satisfacción a los daños causados es que nos diga claramente los montos y a quiénes fueron pagados y en dónde y cómo se depositaron esos valores. Solo eso podría en algo reivindicar el nombre de la tristemente célebre empresa brasilera.