Algunos escritores y artistas han suscrito un manifiesto público por el que expresan su desacuerdo por la supuesta desaparición de la Matriz de la CCE, y la subordinación de los núcleos provinciales al Ministerio de Cultura, a propósito de la próxima expedición de Ley de Culturas. También, estoy en desacuerdo con esto, porque significa en la práctica la desaparición de la CCE.
Lo sorprendente es que, quien funge de Presidente de la institución no diga una sola palabra al respecto, y busque que otras personas expresen su inconformidad sobre este tema. Con la consideración que merecen los suscriptores del manifiesto, debo preguntarles por qué razón no dijeron absolutamente nada cuando Pérez Torres propuso y consiguió la autorización de algunos presidentes de núcleos para convertir a la Casa de Cultura Ecuatoriana en una empresa pública denominada Empresa Pública de Servicios Culturales CCE, desapareciéndola de un plumazo y convirtiéndola, bajo esta degradación, en una simple empresa que administre y alquile todos los escenarios y no cumpla su verdadera misión para lo que fue creada.
Estimados amigos, escritores y artistas vean el Registro Oficial No. 921 de miércoles 27 de marzo de 2013, páginas 21 y 22, en el que se publicó esta burda y malhadada resolución y, analicen qué es lo que se buscaba con la desaparición de la Casa mientras se mantenía el discurso de que la Casa tenía que integrarse al Sistema Nacional de Cultura bajo la rectoría del Ministerio de Cultura. Ahora, cuando hay la posibilidad de que el sujeto ya no tenga puesto, los exministros de Cultura no han servido y “no han dado pie con bola”. Esto fue una verdadera traición, no solo a la memoria de Benjamín Carrión sino a todos los creadores ecuatorianos y a la comunidad nacional.
También pregunto, ¿por qué no dijeron nada cuando conocieron del enjuiciamiento penal del falsificador de un título de bachiller, matriculado fraudulentamente en la ex Escuela de Periodismo de la Universidad Central del Ecuador? Esto da la medida de lo que les importa la Casa. Queridos amigos, o se está con la verdad y se la dice a los cuatro vientos o se es cómplice de lo que deliberadamente se silencia. ¿Dónde está la moral revolucionaria de la que tanto se habla? No dudo que los suscriptores han firmado el manifiesto de buena fe pero categóricamente les expreso que cientos de escritores y artistas ecuatorianos consideramos que sí hay que rescatar la Casa, hay que hacerlo limpiándola de oportunistas que para conseguir sus fines son “fervientes soldados de la revolución ciudadana”. Pero cuando no les tiran más migajas al suelo, por debajo y cobardemente denostan con los peores epítetos a esa “revolución ciudadana” de la que han lucrado miserablemente.