Durante diez años la simpatía del Gobierno con el Régimen dictatorial socialista venezolano, fue una las banderas de lucha política, para convencer a la mayoría ecuatoriana de las presuntas buenas intenciones del Régimen Correista; y, para que muchos funcionarios de su gobierno puedan alcanzar perfil internacional, como María Fernanda Espinoza.
Se ignoró la realidad del pueblo hermano venelozano, cono si al hacerlo su sufrimiento se desvaneciera de la esfera de lo existente. Sin darnos cuenta que dicha actitud de indiferencia eventualmente nos pasaría factura.
Y finalmente pasó: una diáspora venezolana en territorio ecuatoriano, para la cual no estamos preparados y una declaración de emergencia en tres provincias.
Este es el precio a pagar por habernos dejado convencer por la mentira socialista del XXI.