La clase política siempre ha tratado de intervenir y manipular la afición de las masas hacia el deporte para sus fines, y así vemos como ciertos politiqueros ampliamente conocidos, en su afán de protagonismo y si es posible algún resultado económico, intervienen con supuestas denuncias, contra un contrato a todas luces ventajoso para la entidad y los equipos agremiados, cuyas acciones seudo judiciales lo que han provocado que se impida la posibilidad que la ciudadanía pueda espectar los partidos por la TV, haciendo un daño perverso al aficionado, todo por la ambición desorbitada de poder y dinero.