Todos sabemos que el primer poder del Estado es la Asamblea Nacional, elegidos por el pueblo soberano y libre, para representarnos, porque vivimos y disfrutamos de una democracia plena y participativa, a través de políticos muchas veces desconocidos y sin ninguna preparación académica y cultural, en una institución donde debe primar el conocimiento, y la pulcritud y honestidad de los participantes, para manejar tan delicadas funciones como la de crear leyes y reglamentos, principalmente, que es donde se asienta la verdadera democracia, para servir a su pueblo que los eligió.
Lamentablemente, no ha funcionado así, porque no hay una ley que les obligue a tener por lo menos un título académico, porque en la realidad los únicos que pueden reformar la Constitución son ellos mismos y no se van a poner la soga al cuello, para ser designados, solamente los que tienen dinero o un buen verbo para convencer a un pueblo que tristemente no está preparado en su mayoría y caemos y volvemos a caer, y se convierte en un círculo vicioso.
Esta Asamblea ha sido la más compleja, al tener un 2% de credibilidad, la más baja de todos los tiempos. No es posible que hayan más de 60 asambleístas involucrados en actos de corrupción, y lo más increíble no han sido juzgados por la justicia, al contrario, son cara duras que quieren seguir participando en las siguientes elecciones, eso es vivir una falsa democracia, pero el pueblo tiene la decisión soberana de elegir con conciencia, para no hundirnos más en un laberinto sin salida.