Los hijos
En muchas ocasiones, no queremos que nuestros hijos atraviesen por dificultades. Y pensamos que al darles todo, los problemas que plantea la vida, se resolverán fácilmente.
Y entonces, vamos llenando a nuestras hijas e hijos, de los más variados tesoros que contiene el cofre: monedas -entiéndase caprichos-; joyas -entiéndase bienes materiales en abundancia-; piedras preciosas -entiéndase comodidad-; y otras cosas más. Pasa el tiempo, y nos damos cuenta que esos tesoros, no enriquecieron a nuestros hijos. Antes, al contrario, los han vuelto más blandos, más frágiles.
Y poco a poco, se van desmoronando. Los problemas los abruman, los detienen. No resisten ni acometen. Es necesario que reemplacemos ese cofre liviano, por un equipaje, quizá más pequeño y sin tanto brillo, pero que pese. Dejaremos el recipiente que contenÃa caprichos, abundancia y comodidad, y les enseñaremos a cargar el otro, que contiene esfuerzo, renuncias, paciencia, firmeza…, constancia. El peso no los hundirá, al contrario, los hará fuertes, recios, seguros. Caminarán más erguidos, con mucha confianza, con alegrÃa, con paz. ¿El cofre o el equipaje? ¿Por cuál nos decidimos?…
Mario Monteverde RodrÃguez
Cambiar de mente para cambiar el ambiente
La advertencia de las Naciones Unidas sobre los graves riesgos ambientales producto de las emisiones de GEI (gases de efecto invernadero) y factores antropógenos, desnuda una grave crisis socioambiental y económica sin precedentes; los paÃses más contaminantes del planeta—incluyendo los que producen combustibles fósiles— incumplen los acuerdos para reducir la forma de consumo devastadora e indiscriminada de nuestro recursos naturales, los costos del cambio climático están afectando a los paÃses más pobres y vulnerables a desastres naturales.
Paradójicamente “el sistema económico liberal tiene más capacidad de producción que de acumulación que de reparto (…), imponiéndose como una cultura dominante a nivel mundial, en la que toda la sociedad aparentemente vive en un trance de consumismo y conformismo sin hacer conciencia de lo destructor que representa un modelo económico basado en la explotación de los recursos naturales. Las grandes economÃas en su afán de capitalizar las riquezas del planeta, no han tenido la conciencia y capacidad suficiente de resarcir los daños ambientales, mucho menos eliminar la pobreza de la faz del planeta, pero eso a nadie le importa…
Cambiar a un modelo de consumo más racional y menos lacerante con la humanidad, requiere de un alto compromiso, pero más que un compromiso, es imperativo ejecutar acciones con liderazgo y justicia social para cambiar los patrones de producción y consumo, y asà los 8 mil millones de habitantes del planeta podamos gozar de una vida digna en un ambiente propicio que garantice el desarrollo humano.
Vicente Mera Molina