Cuando Smedley Butler era diputado, declaró en el Congreso de EE.UU.: “He servido durante 30 años… en la unidades más combativas de las fuerza armadas norteamericanas… tengo el sentimiento de haber actuado en calidad de bandido altamente calificado al servicio de los big business de Wall Street y sus banqueros… he sido un ‘rackeeter’ al servicio del capitalismo”; luego termina: “Cuando de tal modo arrojo una mirada hacia atrás, me percato de que podría incluso representar a Al Capone, pues él no pudo ejercer sus actividades de gángster más que en tres barrios, mientras que yo… las he ejercido en tres continentes”. Se pregunta a cualquiera: ¿Imagina las lisuras que un miembro del actual alto mando del Pentágono podría confesar sobre su nada santa carrera militar? Aunque nada pasaría. Por desgracia debe caerle la guillotina que le arrebate la vivienda, le deje sin empleo y le mate la esperanza, para que comprenda que ha vivido en el mundo de los cándidos.