Hace poco tuve la oportunidad de viajar en una cooperativa de transporte que sale de la terminal Carcelén con destino a Santo Domingo de los Tsáchilas.
Tengo entendido que las terminales, tanto en Quitumbe como en Carcelén, fueron creadas para dar al pasajero seguridad, buen trato, en un ambiente limpio y acondicionado con los servicios básicos necesarios.
Pero lo que vi no se asemeja en nada a lo pensado. Las instalaciones están destruidas, la atención es pésima, los servicios de uso común deplorables.
El bus salió de la terminal con todos los pasajeros sentados, pero en el camino el controlador sacó unos asientos plásticos y creó una nueva fila en la mitad del pasillo del vehículo. A la altura de Nanegalito, quitó los asientos para que más pasajeros alcanzaran, pero de pie.
Cuando llegué a Puerto Quito, que era donde debía bajarme, era imposible salir, mi mochila voló por los aires, de mano en mano, hasta la calle y luego salí yo, creo que de la misma forma. ¿Y… la seguridad? Cero.