Creo que no debe haber ecuatoriano que no esté indignado con estos delincuentes, y todavía más con el cinismo de aquel que baladra ¡Viva la patria!, a la que ha ofendido y le ha robado la plata en costales, y lo sigue haciendo, junto a su prole. Ya basta de querer seguir viéndonos la cara de tontos a los ecuatorianos, como ese otro que sale a declarar que le han robado la avioneta y no pone enseguida ninguna denuncia, y luego el supuesto ladrón aparece y va a la Fiscalía y sale de allí muy orondo como si nada hubiera pasado. Y también nos sentimos indignados con esos jueces que, mientras la Policía se esfuerza capturando a esos delincuentes, otorgan a diestra y siniestra “medidas sustitutivas”.
Tampoco debe haber quiteño alguno que no esté indignado con lo que pasa en el Municipio. Nunca nuestra ciudad ha estado tan abandonada como ahora. No la defendió en octubre de las salvajadas de los comunistas, ahora se roban, a través de compras fraudulentas, los escasos recursos que el Municipio recauda de los quiteños por impuestos; la inseguridad campea por todos los rincones de la ciudad; la hierba gana espacios en los parques y sus instalaciones lucen deterioradas y no hay quién las desinfecte; el transporte urbano de pasajeros, que se ha beneficiado de enormes subsidios, no cuentan con personal que realice el trabajo de bioseguridad, y, claro, los contagios allí son a diario, y encima quieren cobrar USD 0,50 por usuario. Que unos hackers tontos han querido robar un millón trescientos mil dólares de la Empresa de Agua Potable. Y hasta los gestos y esa forma zonza con la que se quiere engañar a los quiteños, indigna. Ya debió renunciar, porque el cargo de Alcalde le ha quedado muy grande. Nuestra ciudad siempre se caracterizó –con ciertas excepciones- por tener alcaldes eficientes y honestos.