Muy sabrosa y criolla la que crearon nuestros hermanos guayaquileños, compuesta de arroz costeño, guata bucarasense, ceviche de conchas y corales…., ceviche de camarón que se duerme y se lo lleva la corriente y desde luego un ají ratón para que arda toditito el guargüero. Para refinar una cerveza heladita.
Pero ¿cuál sería la analogía de esta perspectiva culinaria?. Pues ahí les va:
El ingeniero envuelto en un arrocero de corrupción denominado FIFAgate, del que no le salva ni la Virgen de El Quinche, que según dicen los oblatos, es muy honesta y no socapa este tipo de sinvergüencerías, que a no dudarlo hacen quedar mal al país.
En vez de la consabida guata, se viene un Watergate de enmiendas que no terminan de convencer y que se perfilan no como enmiendas, sino más bien como rectificaciones al apuro, pero que solo convencen a los más allegados al creador de las mismas. No olvidar que las rectificaciones son de propiedad intelectual del coronel.
Un expresidente ecuatoriano nacido en USA tiene la concha de cuestionar la construcción del Metro, a sabiendas que ese proyecto fue planificado por el anterior Alcalde y con santo y señas del duro. El ex a estas alturas debe ser positivo en sus apreciaciones y más bien meditar profundamente en “flores y miel”; en la liquidación de las empresas técnicas del Estado en su afán privatizador y en la guerra del Cenepa, que le vino como anillo al dedo.
Que camarones hemos sido los quiteños al permitir que nos escamoteen nuestras fiestas, ahora en lugar de la serenata quiteña, se impone el reguetón, la música electrónica y los negocios de comida de otros lares. Pero en fin, “no hay mal que dure cien años”, “no hay deuda que no se pague” ni “plazo que no se cumpla”.
No solo el guargüero nos arde cuando vamos a solicitar los servicios en el Consejo de la Judicatura, nos arde todo nuestro organismo. Unas señoritas, señoras y demás con una prepotencia que desborda el sentido común. No entienden un ápice de lo que es el servicio a la comunidad que es la que les paga para que nos sirvan. Ojo señor principal del Consejo, en el octavo piso por citar un ejemplo, a más de la prepotencia mencionada, conversan que da un contento, tejen, ríen, comen y se pasean exhibiendo sus chaqués.