En días pasados, Mauricio Pozo, ex ministro de Finanzas del Coronel Lucio Gutiérrez, comentó en este espacio sobre la situación macroeconómica del país. Más allá de las visiones diferentes, considero indispensable corregir errores conceptuales y señalar olvidos históricos.
El gasto e inversión pública aumentan la liquidez de la economía, generan demanda agregada e impulsan la liquidez en el sistema financiero, es decir, generan lo que los economistas llamamos “crowding in”, pues desencadenan actividad privada. Lo que Pozo denomina “dispendio fiscal”, no es otra cosa que atender necesidades del país postergadas por décadas, precisamente, por no entender que hacer política económica es más complejo que limitarse a mantener recursos ociosos en el exterior como lo hacían gobiernos anteriores. Lo que Pozo no dice, es que el Gobierno Nacional (Central) ecuatoriano ahorra el doble que antes y se ha mantenido en los primeros lugares en inversión respecto de los países de América Latina. Decir que no hay ahorro es el equivalente a desconocer que una familia además de ahorrar dinero en el banco, también puede comprarse un departamento, arrendarlo y ponerlo a producir nuevos ingresos, y que esa parte del ingreso no consumida también es ahorro.
Se argumenta que el Banco Central ha “desarrollado malos hábitos”. Quiero recordarles a los ecuatorianos que un mal hábito es defender los bolsillos de unos pocos. Es sucretizar la deuda de los amigos (regalando más de USD 3000 millones en los 80s) y pasarle la cuenta a todos. También son malos hábitos desarrollar mecanismos de salvataje bancario para poner USD 8.000 millones de la sociedad ecuatoriana en bolsillos de unos pocos banqueros. Estos verdaderos malos hábitos sobre los cuales varios columnistas mantienen una asombrosa amnesia selectiva, no se repetirán en el país. La Banca Central ya no tiene el “mal hábito” de ser empleado de algunos grupos de poder; ahora está al servicio de todos los ecuatorianos.
La economía no es ajena a la historia como los neoliberales piensan, existen episodios históricos que no podemos olvidar. Los ecuatorianos debemos recordar que en 1914 se congelaron los dineros de la gente con la famosa inconvertibilidad de los depósitos en metálico, al igual que lo hicieron a finales de los 90´s. Lo anecdótico a recordar es que en la Crisis Bancaria de los 20´s participó activamente Lautaro Aspiazu, Vicepresidente del Banco Comercial Agrícola y en la de los 90´s su nieto Fernando Aspiazu del Banco del Progreso. Debemos recordar que ambas crisis fueron causadas por que la banca que pregonaba “que el Estado no meta sus narices” (técnicamente conocido como desregulación bancaria) y decantaron en el colapso de los respectivos esquemas monetarios. ¿Queremos eso para la dolarización?, ¿qué lecciones nos dejan dos crisis donde abuelo y nieto fueron responsables de las peores crisis por su apetencia de manejar el país como su hacienda?.
Con el ex ministro de Gutiérrez compartimos la visión de precautelar la dolarización, pero no compartimos que quienes quebraron al país en los 20´s y finales de los 90´s, hoy nos digan sobre el dinero electrónico que: “Si fuera una herramienta tecnológica desarrollada por el sector privado para facilitar las transacciones sin que “meta nariz” el BCE no tendría problema alguno”. Los ecuatorianos tenemos derecho a contar con instituciones públicas que precautelen el buen uso y manejo de nuestros depósitos.
Quien no aprende de la historia, está condenado a repetirla.