Con 140 capítulos, las casi 400 páginas de la primera novela de Benjamín Ortiz, se leen con primor y deleite. Trata de amores y enredos. Historias separadas por un siglo y medio, ocurridas en una casa enorme y fantasmagórica del centro histórico de Quito, a media cuadra de la calle Junín, por la iglesia de San Marcos.
El lenguaje es sabroso, matizado por chismes de beatas murmuronas que comen al prójimo. García Moreno y Rafael Correa manejan los hilos de la política con tiranía y desenfado.
Esta primera novela de Benjamín, colega periodista y otrora canciller, pasa la prueba con holgura.