Se conoce como agudeza o perspicacia, la facultad para razonar, deducir y comprender lo difícil y confuso, capacidad para entender las cosas con claridad y rapidez.
Esta capacidad es altamente deseable en los políticos, pues les permite tomar decisiones, que se espera sean de beneficio para el País.
Las personas que no poseen una formación adecuada, manifiestan divagaciones endebles que quieren mostrar cual si fuera agudeza, inteligencia. Por lo general no lo logran. Lo máximo que alcanzan a obtener, si acaso, es convencerse a sí mismo que han sido agudos.
Cuando las personas que están en una posición de representación popular o de designación, se exponen al ridículo cuando hacen públicas deducciones que, pretendiendo que son agudas, demuestran escasa agudeza.
Tenemos ejemplos claros, dos señoras asambleístas, de las más locuaces defensoras del archivo del pedido de juicio político al vicepresidente Glas, expresaron públicamente que la no existencia de pruebas directas, era suficiente motivo para dicho archivo. No miraron con la agudeza que corresponde, los indicios existentes, que sin ser indicadores de culpabilidad directa, sí lo son de responsabilidad política.