El Gral. Flores, si bien ingresó al Ejército independentista aún niño, fue un brillante autodidacta el resto de su vida. Jorge Salvador Lara escribió que el Ecuador tenía muchas deudas con él, entre ellas “el haber contribuido a instaurar la República, convocando a la Primera Constituyente, el haber inspirado muchas normas fundamentales que han subsistido a lo largo de la vida nacional, haber sancionado aquella Constitución primigenia y haber defendido (solo para nombrar una de 85) el estado de derecho, así creado” (Miñarica!) Entregó el poder a un civil, su enemigo vencido, al término de su primer mandato, marcando un memorable ejemplo democrático entre los vecinos países.
Genio militar y político, hombre leal a Bolívar, respetado por la cúpula bolivariana y las cortes europeas.
Recordemos que los eligieron y reeligieron hace casi 200 años –tiempos de enorme turbulencia de toda índole, que él intentó y en general logró capear.
El mismo ‘volcánico Rocafuerte’ había aprobado las reformas de esa última Constitución (‘43) hasta enterarse que él no era elegido sino su antiguo ‘entrañable compadre’, el general Juan José Flores.