En el sector donde vivo, centro norte de Quito, desde hace más de dos semanas existe una fuga de agua debido a la rotura de una llave de paso sobre una vereda de un domicilio particular.
Nadie, al parecer, se ha preocupado de este infame desperdicio desde que comenzó. Ante la persistencia del problema, opté por llamar a un número de teléfono de contacto perteneciente a la Epmaps (Empresa Pública Metropolitana de Agua Potable y Saneamiento) en el cual supuse que recibiría una atención adecuada.
Luego de múltiples intentos por comunicarme, puesto que la línea permanentemente estaba ocupada -entiendo que debe existir una gran cantidad de llamadas por las quejas que se deben generarse por problemas de este servicio vital-, logré ser atendido.
El funcionario que atendió mi llamada, por cierto, muy atento, educado y servicial, escuchó mi exposición tal como lo he señalado en referencia al escape de agua. Cuál sería mi sorpresa al escuchar que se requería el número de la cuenta. Obviamente, no la poseía ni tengo acceso a ella porque es un domicilio particular, ante lo cual expliqué que no la conocía por lo antes señalado. El funcionario replicó que lamentablemente no podía hacerse nada al respecto porque el escape no afectaba a la vía pública. Es decir, así lo entendí yo: porque el problema no era en la calzada.
Con toda la impotencia contenida, preferí agradecer la atención y cerrar la comunicación.
Hasta la fecha que elaboro y remito la presente, el problema subsiste.
Increíble pero cierto. ¿Qué más se puede hacer, si como ciudadano preocupado y condolido por el agua que se pierde en grandes cantidades he tratado de hacer algo por buscar una solución? Cuántos casos más como el presentado existirán y que no los conocemos. Realmente es una pena constatar cómo se manejan nuestros servicios.
Cuánta razón tenía el destacado arqueólogo y pionero de la televisión, el guayaquileño Presley Norton, cuando por casos tales como este, calificaba a nuestro país como Absurdistán en los artículos de opinión que escribía para EL COMERCIO. Sin comentarios.