Nadie da medio por las expectativas de uno cuando pasa los 70, porque se diga lo que se diga, y se den todos los discursos más emotivos, resulta que la sociedad procesa la presencia de una persona de la tercera edad con bastante lentitud o simplemente la desecha.
En realidad, esa sociedad nos encasilla en ciertos parámetros de inutilidad o de cierta falta de fuerza que, a decir verdad, con mis 85 años, aun no siento. Es decepcionante que esto pase. Sin embargo, me parece que lo mejor es dejar que esas cosas sociales pasen y dar todo de nosotros para cambiar esa perspectiva.
Esa es mi razón para invitar a todos los programas de 60 y Piquito. Soy uno de los más fieles alumnos de los programas. Nunca pensé que podría aprender tanto, relacionarme con otras personas de mi edad y desde nuestro propio y proactivo mundo, producir arte o artículos de consumo, o en todo caso, querernos como si fuéramos de una misma familia y cuidarnos mutuamente. Para mí, este programa me ha quitado las enfermedades, la soledad y me ha hecho ver que los abuelitos podemos ser productivos y divertidos.