Ecuador es un mercado que agrada a las empresas mexicanas y de allí la presencia en esta nación de multinacionales aztecas que se dedican a los negocios de las telecomunicaciones, bebidas, alimentos, construcción, minería, entre otros productos y servicios. Esos capitales han aterrizado directamente desde ese país o en alianza con empresas ecuatorianas, por lo que México se constituye en el principal inversionista en el ámbito privado.
De las reuniones mantenidas estos días entre las autoridades nacionales y sus pares mexicanas, así como de citas con empresarios de esa nación, se desprende el interés de seguir invirtiendo y ampliar esos negocios en otros sectores productivos. Más aún, si el objetivo del Gobierno es concretar, al menos, 10 acuerdos comerciales con las mayores economías de la región y el mundo.
De acuerdo con cifras que maneja la Cámara de Comercio Ecuatoriano Mexicana, en los últimos 20 años, el país ha recibido más de USD 6 000 millones en inversiones aztecas. Para México, Ecuador se constituye en el decimotercer destino de sus exportaciones en América Latina, con un comercio bilateral de USD 599 millones en 2020 y una tasa de crecimiento promedio anual de 7,6% en los últimos 20 años, según la Secretaría mexicana de Economía.
Si bien el dólar es un imán para atraer inversiones, las grandes corporaciones aztecas también están en un proceso de expansión hacia Latinoamérica, sobre todo desde que arrancó la Alianza del Pacífico como un nuevo bloque de desarrollo económico y regional, y allí Ecuador es una pieza importante dentro de ese plan de crecimiento. Además, el idioma, la afinidad cultural y las tradiciones comunes entre ambas naciones hacen que este proceso para iniciar operaciones en el país resulte más práctico para estos inversionistas extranjeros.
De allí la buena noticia que apunta a la reanudación de las negociaciones comerciales, con el fin de llegar a un acuerdo bilateral en el menor tiempo posible; así como el interés de afianzar los proyectos de cooperación en áreas como la energética, seguridad, entre otras.
Obviamente en todo proceso de apertura comercial hay que evaluar las condiciones en las cuales los sectores productivos pueden entrar a competir y del lado ecuatoriano hay inquietudes en sectores como el metalmecánico, los textiles, partes y piezas de vehículos, electrodomésticos, cerámica, sobre todo por el grado de industrialización en el que se encuentra Ecuador frente a México. Ese es uno de los temas sensibles a tratar; son parte de las ‘líneas rojas’ a considerar y en las que incluso pesa la necesidad de contar con un Tratado Bilateral de Inversiones (TBI).
Un empuje adicional para concretar un convenio será reactivar el ‘cuarto adjunto’, para contar con la participación directa del sector privado, en la búsqueda de un acuerdo conveniente, y en donde los empresarios pueden ser aliados.
El proceso está en marcha y se esperan resultados positivos para el país. En el camino se verán opciones de desgravación arancelaria y plazos. ‘Nada está negociado hasta que todo esté negociado’.