Dos imágenes llenas de dramatismo se han convertido en el sello informativo de esta semana. La tragedia en la ruta Tena-Papallacta, donde un bus, por impericia de su chofer, se volcó y murieron 14 personas, y las filas interminables para comprar un cilindro de gas.
Si Alianza País fuera un partido político de verdad (o movimiento, el nombre es lo de menos cuando se habla de democracia), lo sucedido con el trámite de la ley de Comunicación, el veto total e inconsulto a la Ley Legislativa y la carta descortés del presidente Rafael Correa a Fernando Cordero hubiese desatado una crisis interna de proporciones.
¿Cuánto tiempo durará la euforia de los simpatizantes socialcristianos, de los leoncistas y los nebotistas, por el reencuentro? ¿Lo que el Consejo Nacional Electoral demore en analizar las firmas entregadas por el PSC y Madera de Guerrero, el jueves pasado, para su reinscripción y les ordene recoger más adhesiones, porque tras filtrar las existentes, muchas quedarán descalificadas?
No es ninguna infidencia señalar, en este momento, que el presidente Rafael Correa ha tenido la legítima aspiración de convertirse en el líder progresista de América Latina. Hace un año era el candidato ideal. La fuerza de las circunstancias lo pusieron en esa ruta: el relevo generacional en Cuba es una urgencia, mientras que el lamentable estado de salud del presidente venezolano, Hugo Chávez, ha abierto una serie de escenarios sobre el futuro político de ese rico país con la posibilidad de que una oposición mejor organizada le arrebate el poder.
Una de las lecciones que deja el millonario juicio a diario El Universo, es que el parroquialismo -como estilo de ejercer la política- hace demasiado daño a cualquier gobierno. Es lo que ha sucedido con el régimen de Rafael Correa.
Los padres del estudiante del Mejía, Édison Cosíos, hacen las últimas adecuaciones a su hogar para adaptarlo a las condiciones médicas de este muchacho que el 15 de septiembre recibió un impacto de bomba lacrimógena en su cabeza. Esto lo condenó a la sala de terapia intensiva de un hospital público
Si hay un dirigente político al que la revolución ciudadana le cambió por completo, al punto de ser hoy irreconocible, es el dirigente indígena Pedro de la Cruz. Cuánto se le nota el ‘extreme make over’.
Si hay un ‘poder fáctico’ al que el presidente Rafael Correa le debe lo que él es ahora, su inmenso poder, su control casi absoluto del Estado y su autoridad asfixiante, es la prensa. Sí, la prensa, los medios de comunicación, los periodistas… Sin estos, Correa seguiría dando clases en una universidad vestido de jeans, camiseta y zapatos deportivos. El Ecuador del 2012 seguramente sería otro.
No busco hincar la uña en la herida, aún abierta, de los pecados cometidos por Alberto Dahik. Tampoco, ser indulgente con el fracaso que significó el gobierno de Jamil Mahuad ni insistir en que toda la lluvia de resoluciones judiciales sorpresivas de este fin de año, deja en suspenso el caso Bucaram, cuyo partido –más allá de las bravatas de Dalo– ha sido un socio estratégico de este Gobierno en la Asamblea Nacional.
Revisando algunos archivos noticiosos en la Internet me encontré con esta nota curiosa. No es para nada antigua, apenas data de mayo pasado. Sin embargo demuestra lo frágil que es nuestra memoria, lo mucho que dejamos escapar los medios privados en nuestras investigaciones y el poco esfuerzo que hacen los medios oficialistas, autodenominados públicos, en ofrecer información contextualizada que obligue a nuestros gobernantes y a sus tecnócratas a rendir cuentas, de forma transparente, sobre su contradictorio proceder.
Quiero hacer de esta lectura una actividad lúdica. Revise los párrafos A, B, C y D que redacto a continuación. Tome papel y lápiz y escriba, luego de leer cada uno de estos, el nombre del personaje político ecuatoriano que se le venga a la cabeza. No avance en la lectura de este ‘post’ hasta que haya terminado con la tarea para que el ejercicio funcione. Al final encontrará la respuesta.
Seguro que esta semana tampoco se votá en la Asamblea el proyecto de Ley de Comunicación. Quizás el 2011 se despida sin que este documento se haya publicado en el Registro Oficial. Pero no por ello la opinión pública debe bajar la guardia frente al rumbo que irá tomando una de las leyes más importantes del sistema democrático ecuatoriano: la joya de la corona de la revolución ciudadana.
Nunca más volvió a usar ropa de colores vivos. Su cabello, siempre recogido, comenzó a encanecer desde 1985. Gloria Infante, a quien con cariño en mi familla llamamos ‘Inesita’, me decía, cuando yo era un niño, que ponerse ropa de color y tinturarse el pelo sería romper el duelo al que estaba condenada a llevar por la desaparición de su hijo, Jaime Otavalo.
Es la sorpresa... Raúl Patiño, hermano del Canciller, estará al frente de la Secretaría Nacional de Inteligencia. No es un nombramiento más. El Presidente de la República demuestra que su Frente Político actuará desde espacios poco tradicionales lo cual debe despertar algunas preocupaciones.