Respirando Bienestar

Un espacio para hablar del bienestar que genera la práctica del ejercicio y la alimentación saludable en nuestro día a día. Aquí no hay espacio para solo el atún y la lechuga.

Paola Gavilanes. Blog Respirando Bienestar

Paola Gavilanes

Licenciada en Comunicación Social por la U. Central del Ecuador. Colabora con Grupo EL COMERCIO desde el 2007. Trabajó en la sección Deportes, Tendencias y Construir. Ahora escribe sobre BIENESTAR. Deportista aficionada y amante de la comida hecha en casa.

Los hijos son prestados. Eso ya sabemos ¿Qué sigue después?

¿Cuántas veces escuché esa frase? Decenas; nunca me pareció trascendente. Y es que hasta hace poquito el Negro tenía solo 8 años. Hasta hace poquito escondíamos seis películas debajo del edredón para aplicar el tradicional piedra, papel o tijera, para al final, claro, terminar viendo las de Dragon Ball Z; eran sus favoritas.

Hasta hace poquito lo vestía y lo peinaba. Hasta hace poquito saltábamos sobre la cama. Hasta hace poquito yo asumía el papel de arquera -lo detestaba por cierto-, mientras mi pequeño se vestía de delantero. Hasta hace poquito buscábamos ese bendito reloj de BEN10. Hasta hace poquito lo acompañaba al mar para romper las olas.
Hasta hace poquito…

Desde finales de julio disfruta de unas merecidas vacaciones fuera del país y en dos meses cumplirá 18 años, y hoy -por primera vez- esa frase tan trillada empieza a cobrar sentido; me incomoda. ¡Qué rápido pasó el tiempo!

Pero... ya que repiten esas palabras con tanta facilidad deberían decir todo lo que representa ¿no? y más cuando se trata de una familia de dos. ¿Qué sigue después? Podrían advertirnos que sentiremos tristeza, taquicardia, nostalgía, que tendremos muchas ganas de llorar...

Tras confesarme y decir que siento que me falta la respiración y que el corazón se me encoje cuando veo su cama vacía, alguien me dijo: "Debes aprender a vivir sola". ¡Qué fácil suena! y ¡Qué feo también!

Es difícil. Extraño su voz, su risa, su carita, sus abrazos y sus besos en la frente. Supongo que ese apego tan especial y hasta obsesivo se debe a que en casa escasearon los afectos. Desde que nació, el Negro se convirtió en mi centro; para él y por él eso y aquello.

Pero, pese a esa sensación de vacío que he experimentado estos días, he aceptado que mi hijo-así como yo lo hice- tiene derecho a abrir sus alitas y volar. Estoy convencida de que cuenta con todas las herramientas para despegar y aterrizar con éxito. Si necesitas ayuda solo tienes que regresar a ver; ahí estaré.

¿Qué haré yo? Un amigo me dijo que no hay nada más hermoso que verlos crecer y acompañarlos en sus triunfos. Yo tengo esa oportunidad y no me la quiero perder por nada del mundo. También insistió en que no se trata de aprender a vivir sola. Las madres jóvenes suspendemos muchas actividades tras el nacimiento de nuestros hijos así que quizá sea el momento de incrementar las salidas a las montañas y reencontrarme con amigos y amigas.

No es novedad que el tiempo pase volando, así que si tienen niños pequeños aprovechen cada minuto con ellos. Dejemos de lado esas cosas inútiles que nos consumen y restan energías.

Otra cosa: permítanles colarse en la cama. Pasados los 17 años ya solo nos concederán unos minutos. Y si quieren que los carguen, pues hagan el esfuerzo y levántenlos hasta que el cuerpo aguante.

Si tienen una respuesta clara para la interrogante del titular los leo en pgavilanes@elcomercio.com.