Desde que arrancó la nueva edición del Giro de Italia –prueba en la que brilló Richard Carapaz en el 2019 y en la que actualmente se destaca Jonathan Caicedo– me propuse subirme a mi bicicleta estática todos los días para sumar mi hora de activación y para añadirle emoción a mi octubre.
Ese es el tiempo –como mínimo- que me concedo para despejar la mente, fortalecer mis músculos y órganos como el corazón. ¿El corazón? Sí.
Con la práctica de ciertas disciplinas o métodos de acondicionamiento físico fortalecemos también nuestro sistema cardiovascular, reduciendo así el riesgo de sufrir enfermedades relacionadas con esta parte de nuestro cuerpo.
En esa lista de opciones, precisamente, están el ciclismo de ruta y de montaña, pero también el ‘indoor cycling’ o ciclismo bajo techo.
Este último es una alternativa para esos hombres y mujeres que, como yo, tienen pavor de rodar junto a los automóviles. Aquí en confianza les cuento que aprendí a pedalear en el 2012 -cuando tenía 28 años-; mi profesor fue mi hijo que en ese entonces tenía 8 años.
Me animé a subir a la bicicleta, luego darme un tortazo cuando era niña, solo para recorrer la ciclovía: sumábamos cerca de 20 kilómetros; no era mucho, pero ahora sabemos que todo suma cuando se trata de llevar un estilo de vida saludable.
En la ciclovía solo tenías que sortear a los desubicados que aprovechaban para trotar, como si Quito careciera de parques. Pasó el tiempo y las salidas se complicaron.
¿La solución? Una bicicleta estática. Las emociones son distintas, pero los beneficios se mantienen y hasta hay ciertas ventajas extras. De acuerdo con el deportólogo Celio Romero, el ‘indoor cycling’ es una excelente opción para aquellas personas que evitan actividades de impacto por problemas en su espalda o rodillas, por ejemplo. Es alternativa porque se puede regular la resistencia de la máquina.
También es ideal para aquellos hombres y mujeres que buscan bajar de peso; el ejercicio cardiovascular ayuda a oxidar grasas y, por lo tanto, contribuye a la pérdida de calorías. En una sesión he quemado hasta 400 calorías; como digo, todo suma.
Es importante mantener la posición adecuada para evitar dolor, sobre todo, a nivel de las rodillas. Foto: Pexels
Algunas personas se resisten a ejercitarse sobre estos aparatos estáticos porque se aburren. Aseguran que la activación les resulta monótona. Al final, la caminadora, la elíptica o la bicicleta terminan como soportes para secar las toallas.
La clave para evitar desertar consiste en variar: de música, de rutina, de intensidad y hasta de escenario. Por eso, en esta ocasión, utilicé al Giro de Italia como pretexto para activarme sobre ese recurso. ¿Cuántos de ustedes vibraron con la llegada de Caicedo a la meta? Suficiente motivación como para cumplir con éxito con la activación dentro de casa.
Cuando el encuentro termine seguramente recurriré a los videos que abundan en YouTube. Allí, precisamente, -durante la cuarentena- descubrí a un profesor español buenísimo. No importa las veces que me repita sus clases, siempre transmite la energía de esa primera vez. Luego de los 60 minutos siempre terminó feliz, relajada, con los cuádriceps más tonificados y con mi corazón mucho más fuerte. Otras razones para probar con la bicicleta estática: reduce los niveles de ansiedad y estrés, fortalece la zona central del cuerpo y los músculos de la espalda baja, y como otros deportes, libera endorfinas y nos ayuda a conciliar el sueño.
¿Se animan?
Los leo en pgavilanes@elcomercio.com