Solo imágenes. La de la efigie del Che Guevara en la misa oficiada en La Habana. Las captadas con el eterno comandante Fidel Castro. También las de la detención de disidentes (entre ellos, Saque, María e Ismael), en la Plaza de la Revolución. Así se pudiera sintetizar la visita que el papa Francisco acaba de realizar a Cuba, si se echa mano estrictamente del recurso visual -porque el de los mensajes se quedó vacío-.
Ha sido el tercer periplo de un Sumo Pontífice a la isla caribeña controlada desde inicios de 1959 por el castrismo. En todos ellos, sin excepción y como un símbolo de su omnipresencia en la vida de todos los cubanos, la figura dominante ha sido la del patriarca y comandante de la ‘revolución de los barbudos’. Esta vez no podía ser la excepción.
Antes de que desembarcara en Cuba, se había alimentado la expectativa sobre algún pronunciamiento que Francisco pudiera realizar por fuera de los temas estrictamente pastorales. Es más: la expectativa incluso creció con el gesto (o ‘golpe de efecto’) realizado por Raúl Castro de amnistiar a 3 522 reclusos, aunque ninguno de ellos entrara en la categoría de ‘presos políticos’.
En otras palabras: había la esperanza de un mensaje, si se quiere cifrado, en referencia el sistema político en la isla, que es el penúltimo enclave del fracasado ‘socialismo real’ o ‘socialismo tropical’ del siglo XX. Y quizá se aguardaban gestos o palabras dirigidas a los disidentes que, hay que decirlo, son tanto o más creyentes que los procastristas.
No ha sucedido así. El Vicario de Cristo ha evitado toda referencia de esa suerte de ‘parias’ que son los disidentes en el desierto del absolutismo fraguado en el Caribe. Peor aún: a las espaldas de Jorge Mario Bergoglio, el régimen empleó algunas de sus prácticas contra los detractores, para reprimirles y aprehenderlos.
Las detenciones se produjeron a pesar de que persiste esta razonable duda: ¿Qué peligro podrían representar para el ilustre visitante y, más aún, para un sistema que se ha atornillado al poder?
Aunque conviene dar tiempo al tiempo para constatar si la expectativa fue o no fundada, resultó definitivamente eclipsada por la tibieza de los dichos de Su Santidad.
El sucesor del conservador Benedicto XVI ha optado por emplear un lenguaje ‘políticamente correcto’ y remilgado, frente al castrismo, un modelo que es el faro guía para la corriente del socialismo del siglo XXI. Lo más fuera de tono que ha pronunciado: “No se sirve a ideas, sino que se sirve a las personas”.
A manera de resumen de la tercera visita de un Pontífice romano a la isla, que trascenderá poco en especial por lo que no se dijo, conviene reproducir lo que ha señalado el disidente cubano y bloguero Yusnaby Pérez: “Francisco conversó con opresores y no con oprimidos”.
Bergoglio ha concluido, este martes 22 de septiembre, su visita al reino de los Castro. Ha terminado por irse de la isla que lo esperaba con expectativa.
Los cubanos de a pie, que son mayoría, seguirán con su compleja vida, literalmente ‘resolviendo’ a su manera los problemas cotidianos, que no son pocos, como puede constatarse en el documental ‘Canción de barrio’, de Alejandro Ramírez Anderson (https://www.youtube.com/watch?v=2FczuWyxfMM). Y también continuarán subiendo con sus penurias a cuestas hasta la cruz de Holguín. Así hasta que se termine, algún día, la ‘construcción’ de un modelo político que ya lleva 56 años.
Video: Youtube / Canal: Acitv