La vigencia del Plan Decenal de Educación 2006-2015 ha terminado. Es necesario realizar una evaluación exhaustiva y emprender el diseño y aprobación de nuevas políticas para el decenio 2016-2025.
…Ecuador ha sido uno de los pocos países del hemisferio que aprobó las políticas públicas de educación en referendo, y luego fueron incorporadas a la ley orgánica de educación intercultural. Vale decir: la universalidad de la educación inicial, la universalización de la educación general básica (1º – 10º); el incremento de la población estudiantil del bachillerato; la erradicación del analfabetismo y fortalecimiento de la educación de adultos; el mejoramiento de la infraestructura y equipamiento de las instituciones educativas; el mejoramiento de la calidad y equidad de la educación; la revalorización de la profesión docente; y el aumento del 0,5% anual de la participación del PIB.
El Informe de Progreso Educativo elaborado por Grupo Faro reconoce los avances del Ecuador en todos los campos del Plan Decenal 2006-2015, aunque advierte una debilidad estructural en el ámbito de la calidad. El Ineval –Instituto Nacional de Evaluación-, por su parte, también ratificó la mejora en varios indicadores, y la última evaluación de las Pruebas Terce –de la Unesco- ubicó al Ecuador, en diciembre de 2014, en el puesto siete entre catorce países consultados. A este informe hay que añadir el preparado por la Organización de Estados Iberoamericanos –OEI-, en relación con la aplicación de las Metas 2021.
Estos indicios son buenos porque están creadas las condiciones para un nuevo Plan Decenal de Educación 2016-2025, con la participación de todos los actores del sector educativo.
Los nuevos desafíos tendrían que ver con los siguientes puntos prioritarios para un debate nacional: la formación inicial y continua de todo el profesorado; la reforma integral de las universidades; la educación a distancia; la alfabetización digital (tecnologías de información y comunicación en educación, y redes sociales); la investigación educativa; la educación ciudadana; la educación ambiental; los textos escolares de calidad; la interculturalidad en la educación; la educación familiar y la paternidad y maternidad responsables; el libro y la lectura; y la educación para la paz y la convivencia, entre otros.
Sería ideal que estos y otros aspectos de relevancia sean discutidos en mesas de trabajo, con la intervención directa del Estado, las organizaciones no gubernamentales y el sector privado, y por supuesto con la participación directa de los profesores, sin excluir a ninguna organización.
¡Porque en educación nadie debe quedar fuera!