Escaparate Cultural

Este es un espacio en el que se exhibirán ideas y reflexiones sobre libros, arte y series de televisión. Parafraseando a Jorge Luis Borges: Que otros se enorgullezcan por lo que han escrito, yo me enorgullezco por lo que he leído y lo que he visto Twitter: @itoflores84

Gabriel Flores

Licenciado en Comunicación Social por la U. Central del Ecuador. Máster en Literatura Hispanoamericana y Ecuatoriana por la Pontificia Universidad Católica del Ecuador. Colabora con grupo EL COMERCIO desde el 2014. Escribe para la sección Cultura e Ideas.

'Alguien tiene que morir'

Durante los oscuros años del Franquismo, los homosexuales en España eran detenidos por la policía, encarcelados y enviados a una especie de campos de concentración. Sobre el drama que vivían estas personas, de las que poco o nada se ha hablado en la televisión, gira la trama principal de 'Alguien tiene que morir', la miniserie que el director y guionista mexicano 'Manolo Caro' acaba de estrenar en Netflix.

Para contar esta historia, Caro -que ganó reconocimiento internacional gracias a su trabajo en 'La casa de las flores'-, reunió un elenco actoral de lujo. En la producción participan Carmen Maura, una de las actrices más consagradas de España, Ceclia Suárez ('Sexo, pudor y lágrimas'), Ernesto Alterio ('Las chicas del cable'), Alejandro Speitzer ('La reina del sur'), Ester Expósito ('Élite'), Carlos Cuevas ('Merlí') y el bailarín mexicano Isaac Hernández.

'Alguien tiene que morir' está ambientada en Madrid, durante los años 50, del siglo pasado. A esta ciudad, gris y silenciosa, regresa Gabino Falcón (Alejandro Speitzer) junto a su amigo Lázaro (Isaac Hernández). De entrada, su presencia altera la vida de su padres, su abuela y sus conocidos, personas de clase alta, que viven en medio de secretos y de una lealtad inimaginable a la idea del amor por la patria.

En medio de este mundo lleno de apariencias, Caro muestra al espectador cómo la vida emocional y física de Gabino pierde su autonomía y pasa a ser controlada por la tradición y el orden, valores que fueron explotados por dictaduras como las de Franco, para vulnerar la vida de las personas. ¿Qué era más peligroso para la sociedad española de los años cincuenta, la obediencia a un dictador o la vida de un homosexual?

Los homosexuales no son los únicos perseguidos que aparecen en 'Alguien tiene que morir'. También están los 'rojos, la forma peyorativa en la que los nacionalistas, seguidores de Franco, se referían a los republicanos. En la serie esta parte de la historia está representada a través de Rosario (Mariola Fuentes), la empleada de la casa de la familia Falcón, que vive a la espera de un milagro, para sacar a su esposo de la cárcel.

Uno de los elementos que vuelven atractiva a esta producción es el manejo de la fotografía y la ambientación de los espacios. A la presencia constante de cielos grises y una música de suspenso al estilo Hitchcock, que acompaña con precisión a las escenas, se suma el juego simbólico que Caro realiza a través de los pichones, aves que en la serie se convierten en una metáfora de todos aquellos que viven atrapados.

En esta historia, los perseguidos no solo intentan huir del castigo que les quiere imponer el poder, por pensar o sentir distinto. También están los que quieren huir de sus miedos y sus deseos, como le sucede a Mina Falcón (Ceclia Suárez), una mujer que es violentada por su esposo y hostigada por su suegra, o Alonso Aldama (Carlos Cueva), que no puede vivir su homosexualidad, por miedo al rechazo de la sociedad.

Una de las cosas más interesantes de 'Alguien tiene que morir' es que puede ser leída como un viaje al pasado, para pensar el presente. Una corta travesía para recordar todas las libertades que se pierden durante un régimen dictatorial, pero también para no olvidar que en el siglo XXI todavía hay lugares en el mundo, en donde los homosexuales, las mujeres, o simplemente las personas que piensan distinto son perseguidas.