El guapo de la barra

Lo que otros callan por temor o timidez, aquí se lo dice sin anestesia. Es comentarista de fútbol de EL COMERCIO.

Alejandro Ribadeneira

Licenciado en Comunicación Social por la Universidad Central. Es periodista desde 1994. Colabora con el Grupo El Comercio desde el 2000 y se ha desempeñado en diversos puestos desde entonces. Actualmente ocupa el cargo de Editor Vida Privada.

Estrada juega la ¿irresponsable? carta de Almada en la Tricolor

El entrenador uruguayo Guillermo Almada dirigió a Barcelona y ahora admitió que le gusta la idea de dirigir a la Selección Ecuatoriana. Archivo/EL COMERCIO

El entrenador uruguayo Guillermo Almada dirigió a Barcelona y ahora admitió que le gusta la idea de dirigir a la Selección Ecuatoriana. Archivo/EL COMERCIO

En la pugna por el control de la Ecuafútbol, el bando que defiende y promueve a Jaime Estrada ha sacado una interesante (¿e irresponsable?) carta para ejercer presión mediática: la de afirmar que, si Francisco Egas cae, el entrenador de la Tricolor será el uruguayo Guillermo Almada.

Es una estrategia sugestiva, tomando en cuenta que el entrenador Jordan Cruyff está en España, donde se saca el aire escribiendo sobre el FC Barcelona, y no ha podido trabajar con los tricolores desde que comenzó la pandemia. En realidad, ninguna selección nacional de América Latina está operativa, aunque personas respetables como Carlos Sevilla han atacado este lunes 6 de julio duramente la contratación de Cruyff, al decir que el hispano-neerlandés cobra sin trabajar, como si al país le sobrara la plata. Eso, en realidad, lo hacen todos los estrategas de la región.

Entre paréntesis: Sevilla lanza sus dardos en los medios que apoyan la destitución de Egas y su reemplazo por Estrada.

Sacar el nombre de Almada ha sido una gran jugada, en verdad. El uruguayo es querido por su éxito en Barcelona SC y reúne requisitos para dirigir a la Tricolor. Es innegable. Incluso existe una cláusula en su contrato con Santos Laguna para dejar el equipo si lo llaman para la Selección de Ecuador o de Uruguay. O sea, Almada siempre creyó que una de las dos selecciones estaba en su camino. Salir públicamente a manifestar su amor por la camiseta de todos solo redondea la jugada maestra, aunque también avala una irresponsabilidad monumental, pues se vende a la gente una posibilidad que no es tan cercana como parece.

El problema está en que primero hay que resolver el tema del liderazgo en la Ecuafútbol. La realidad indica que la Conmebol ya expresó la ilegalidad de la destitución de Egas y la FIFA se declaró incompetente para juzgar esa situación. La única opción que el bando de Estrada tiene es que la FIFA sancione a Egas por haberse amparado en la justicia ordinaria, aunque de todos modos la Conmebol también podría destituir a Estrada y sus aliados del Directorio. El caos no está resuelto y tampoco está descartada la intervención de la FIFA, la cual tampoco termina de hacerse realidad. 

En otras palabras, la crisis dirigencial se mantiene y, antes que pensar en cambiar al entrenador de la Selección, hay que pensar en qué clase de dirigencia tenemos al frente de nuestro fútbol y de qué son capaces sus respectivos aliados para quedarse con el poder. La pandemia era la oportunidad de demostrar unión, pero en realidad sacó, y sigue sacando, lo peor de cada uno.

El entrenador uruguayo Guillermo Almada dirigió a Barcelona y ahora admitió que le gusta la idea de dirigir a la Selección Ecuatoriana. Archivo/EL COMERCIO