Redacción Mundomundo@elcomercio.comEl papa Benedicto XVI vivió este Viernes Santo un verdadero vía crucis. Ese día presidió en Roma el tradicional vía crucis, que conmemora el calvario de Cristo, en uno de los momentos más difíciles de su pontificado, abrumado por los escándalos de pedofilia.
ReaccionesCelibato es no estar casado y, para la Iglesia Católica, un compromiso de no casarse.
Para el antropólogo José Juncosa, las denuncias de pedofilia no revelan una crisis de la Iglesia. “Los abusos sexuales no solo tienen lugar en la Iglesia”.El Consejo Episcopal Latinoamericano (Celam) acusó a algunos medios de comunicación internacionales de divulgar “reconstrucciones falsas” y “calumniosas” contra el Papa.
En las últimas cuatro semanas, el Vaticano soporta una avalancha de críticas por los abusos sexuales cometidos por sacerdotes y obispos contra niños y jóvenes.Si bien los casos de pedofilia en la Iglesia no son nuevos -uno de los mayores escándalos se desató a comienzos del 2002 en Boston-, ganan notoriedad porque el Papa ha sido salpicado. Él, supuestamente, encubrió hace 20 años, entonces cardenal, a un sacerdote estadounidense sospechoso de abusar de unos 200 niños sordos. Para desvirtuar esas acusaciones, el Vaticano ha salido a condenar esos “actos abominables” y a intentar romper lo que se ha denominado el “muro de silencio”.Los ataques contra Benedicto XVI se agravan debido a que fue por 23 años el guardián de la ortodoxia (comunidad cristiana), el hombre que usó por años mano de hierro y castigó durante el largo pontificado de Juan Pablo II a importantes teólogos críticos, en particular a los latinoamericanos de la Teología de la liberación.La mayoría de los casos denunciados remontan a varios decenios, y permanecieron ocultos a todo el mundo católico.De hecho, la Iglesia Católica, considerada un imperio ideológico y económico, parece que sale de un largo período de ocultamiento y silencio. Durante décadas esos abusos y los debates sobre la moral sexual católica, se han convertido en un tabú. Por eso, los casos de abuso sexual se han encubierto con silencio absoluto y traslados de los acusados.Hasta mediados de la década de 1990, el entonces cardenal Joseph Ratzinger parecía compartir una visión extendida en la jerarquía de que los extravíos sexuales de los sacerdotes, incluso la pedofilia, podían ser curados por las dosis apropiadas de perdón cristiano y terapia moderna.Y las acusaciones legales contra la Iglesia Católica, por pederastia, han llegado a un nivel impredecible hace muy poco tiempo: a Benedicto XVI. Un abogado estadounidense presentó en una corte de Kentucky una petición para que el Papa testifique, bajo juramento, en el marco de los procesos contra curas pedófilos en Estados Unidos.
La demanda ha puesto a trabajar a los abogados del Vaticano, que le quieren proteger aduciendo su inmunidad como Jefe de Estado, y que los obispos relacionados a ese y otros casos no eran empleados del Vaticano. En medio de este escándalo mundial que pone en entredicho la autoridad moral de la Iglesia Católica, el presidente de la Conferencia Episcopal alemana, Robert Zollitsch, en un afán de atenuar la avalancha de críticas, hizo una confesión. Deseó que el pasado Viernes Santo constituya un “nuevo comienzo” para la Iglesia y dejar atrás ese escándalo que los llena “de tristeza y de vergüenza”.Sin embargo, el Vaticano, lejos de anunciar medidas para limpiar la jerarquía de la Iglesia, rebate a sus críticos por los casos de pedofilia. Sostiene que “el celibato (no estar casado) no tiene relación con los abusos sexuales de menores cometidos por sacerdotes”.Además, se resiste a modificar esa norma, que el Papa la defiende a todo precio. “No es un dogma sino una vieja tradición que conserva intacta su razón y no es necesario revisar esa legislación ni modificar las cosas”, sostiene el Vaticano, en un comunicado.