En los exitosos Juegos Olímpicos de Río de Janeiro participaron 11.551 deportistas y atletas de 206 países en 42 deportes y disciplinas atléticas, se rompieron 17 récords mundiales y 15 olímpicos, se repartieron 101 medallas de oro y no se registró acto terrorista alguno, como se temía.
Pero la tan modesta participación ecuatoriana me ha recordado, con nostalgia, que en nuestro gobierno fundamos en Esmeraldas la “Escuela de Iniciación Deportiva” para preparar los atletas y deportistas de elite llamados a representar exitosamente al Ecuador en los torneos internacionales del futuro.
Cinco expertos deportivos cubanos del más alto nivel —que en solidario gesto me envió el gobierno de la isla— se establecieron en la ciudad de Esmeraldas y, bajo el convenio con el gobierno, examinaron a más de tres mil niños esmeraldeños.
En función de sus condiciones antropométricas y talentos demostrados en las pruebas, seleccionaron 90 de ellos, a quienes consideraron superdotados para las diferentes disciplinas deportivas.
El gobierno había construido entonces una infraestructura muy completa, que comprendía aulas e instalaciones escolares para los niños, canchas, piscinas e instalaciones deportivas del más alto nivel, comedor y cocina completos, departamento médico y enfermería y demás instalaciones para atender a los niños en su período de preparación deportiva.
Petroecuador asumió los gastos de transporte, alimentación y demás atenciones a los niños. Operaba un equipo de profesores muy bien calificado. Temprano en las mañana los estudiantes eran recogidos de sus casas y conducidos al campamento, donde recibían diariamente el desayuno, el almuerzo y un refrigerio al final de la tarde, todos ellos diseñados por dietéticos profesionales para que el desarrollo biológico de los niños fuera completo.
Ellos recibían sus estudios regulares en el campamento durante todas las mañanas y dedicaban las tardes al aprendizaje y prácticas deportivas. Al fin de la jornada tomaban el refrigerio y eran devueltos a sus hogares.
De allí debían surgir nuestros grandes campeones deportivos y atléticos nacionales e internaciones.
Pero al gobierno que siguió al mío no se le ocurrió nada mejor que desmantelar el campamento, terminar con la formación deportiva y devolver a los niños a sus escuelas de origen. Y terminó así el proyecto de forjar los grandes campeones olímpicos ecuatorianos.
Recuerdo que años después, en un viaje que hice a Esmeraldas, visité el campamento y quedé conmovido al ver destruidas sus instalaciones y pistas atléticas y convertidas en fosos de agua sucia y lodo las piscinas.
Si las cosas hubieran seguido de acuerdo con lo previsto, con toda seguridad el Ecuador hubiera formado parte del medallero olímpico de Río de Janeiro…