El general Ignacio de Veintimilla depusoal presidente constitucional Antonio Borrero y gobernó como jefe supremo, presidente y jefe supremo desde el 8 de septiembre de 1876 hasta el 10 de enero de 1883 en la Sierra y El Oro; hasta el 5 de junio, en Esmeraldas y Manabí; y hasta el 9 de julio, en Guayaquil.
Un Ecuador unido se alzó contra el poderoso ejército de Veintimilla. Y peleó durante 459 días hasta alcanzar la victoria– 6 de abril de 1882 a 9 de julio de 1883–. La campaña de restauración de la democracia fue una epopeya de unión y civismo.
En Esmeraldas, el luchador liberal Luis Vargas Torres fue el primero en alzarse en armas contra el cruel mandatario. Financiado por Vargas, Eloy Alfaro lo hizo en Manabí; y el hacendado José María Plácido Caamaño, con armas y dinero, en Machala.
El ex ministro de García Moreno, general Francisco Salazar Arboleda, refugiado en Lima, Perú, se tomó Macará, Zaruma, Loja, Cuenca, Azogues, Alausí, Riobamba y Ambato, donde se juntó con el general José María Sarasti, y avanzaron sobre Quito. Tropas de Tulcán e Ibarra comandadas por el general Agustín Guerrero, el coronel Ezequiel Landázuri, -célebre por su tenacidad y porque había vendido sus bienes para financiar la campaña- y el aristócrata riobambeño, Pedro Lizarzaburu cercaron a Quito por el norte. Marieta de Veintimilla, sobrina del tirano, proclamada ‘La Generalita’ por la tropa de la ciudad, dirigió la defensa de Quito. Marieta era una intelectual. Un Pentavirato integrado por Caamaño, Luis Cordero, Guerrero, Pablo Herrera y Rafael Pérez Pareja gobernó El Oro y la Sierra a partir del 15 de octubre de 1883.
El objetivo de la campaña de la Costa con Vargas y Alfaro más el general Secundino Darquea y tropas del Pentavirato era Guayaquil, donde Veintimilla se había fortificado, y había exigido al Banco del Ecuador entregarle 200 mil pesos; y al de la Unión, 120 mil más. Vencido el dictador, embarcó hacia Perú. Se constituyó la Jefatura Suprema de Manabí y Esmeraldas a cargo de Eloy Alfaro -5 de junio a 15 de octubre de 1883- y la Jefatura Suprema de Guayaquil con Pedro Carbo -11 de julio a 15 de octubre de 1883-; los tres gobiernos, conformados por patriotas y gente de valía moral, acordaron convocar a una Convención. Hubo elecciones el 26 de septiembre. La Convención designó presidente a José María Plácido Caamaño. Se iniciaba así la época del Progresismo, tan fecunda y disciplinada que duró hasta 1895, año de la Revolución Liberal radical de Alfaro, quien separó Iglesia y Estado, pero no pudo hacer la revolución social.
Se había cumplido el aforismo “la unión hace la fuerza”. Gran lección de nuestra historia para estas semanas de elección presidencial. Ellos pasaron de la dictadura a la democracia. ¿Qué haremos nosotros? ¡Oh, Chapulín Colorado!, dadnos luz, y libradnos de tomar decisiones que harían llorar al mismísimo Chavo del Ocho, santo protector de nuestros lodazales.