Quito, 3 de enero de 2021. Excelentísimo señor presidente de la República del Ecuador. Presente. Señor presidente: Le escribimos para desearle un Feliz Año Nuevo a Ud. y a su digna familia, y para pedirle, en nombre de muchos ecuatorianos, que, mediante referendo presidencial, se digne cambiar la actual Constitución Política del año 2008 por la del año 1998, conservando, además, en cuanto al dólar, la “Ley para la Transformación económica del Ecuador”, expedida por el Congreso Nacional el 13 de marzo de 2000, mientras regía dicha Constitución.
El porqué de nuestro pedido salta a la vista: Un ánimo de postración aqueja a Ecuador en caída libre a Estado fallido, enfermo de crimen internacional y de mafia, asolado por el virus de la corrupción, sin ahorro para enfrentar las calamidades que le aquejan: pandemia 19, desempleo, injusticia social, alto nivel de desnutrición infantil, falta de inversión extranjera de valía y de sostén, valores éticos y políticos por los suelos, cinismo reinante, desánimo social y ciudadanía desprotegida.“ La felicidad que es el fin primordial del Estado” ha volado a otras torres y a otros campanarios.
Desde hace seis meses, venimos dándole a conocer a usted, señor Presidente y al país, la necesidad imperiosa de restablecer en Ecuador el Estado de Derecho y el Régimen Republicano, extirpados por la Constitución del 2008. Ecuador está fuera de la Ley, no vive en consonancia con ella, y el ciudadano, en completo abandono, vive desprotegido en una tierra de nadie.
Todo esto significa que no estamos regidos por la Ley sino por el capricho de un súper presidencialismo administrado con políticas públicas que nos regala derechos cuando al Poder le da la regalada gana. Todo el aparato de control en manos de un Consejo de Participación conformado por cortesanos al servicio del Ejecutivo, en contra de una Asamblea convertida en charanga y pandereta, huérfana de un Senado que le dé cordura; en contra de una Corte Nacional elegida por un órgano administrativo de jueces no supremos, lo menor eligiendo a lo mayor; en contra de una Fiscalía General dependiente de la Judicatura para la comida y el trabajo diario; el sainete de la función electoral, un teatro del absurdo, y, señor Presidente, gran parte de sus propias decisiones fallidas se deben al talante democrático de usted montado en el caballo desbocado de la dos mil ocho. Quien lo montó cual tirano nos dejó en soletas y prostituyó a nuestra madre, la “Patria de honor y de hidalguía.”
Usted tiene la responsabilidad moral de no dejar al próximo presidente con el instrumento del crimen y la mafia. Usted se aguantó la tortura de una Carta Política que le hizo daño. Pase a la Historia como un grande. Bajo el régimen de la carta del noventa y ocho, usted, señor Presidente, pese a tanta calamidad, habría tenido mejor suerte y con usted, nosotros todos. Un servidor que le admira y le agradece.