Simón Pachano, catedrático. Foto:Julio Estrella / EL COMERCIO
Entrevista a Simón Pachano catedrático
¿El ciudadano está enganchado con las elecciones seccionales?
Las elecciones seccionales son muy diferentes a las naciones. En las seccionales se presentan muchos actores políticos, muchas organizaciones de nivel cantonal, provincial y también los partidos, pero los partidos no juegan el papel fundamental. A estas elecciones no se las puede tomar como un termómetro de la fuerza de los partidos, porque hay una desorientación, tanto de la gente como de los propios partidos y movimientos. Pueden ser un indicador, pero muy lejano de cómo está el acomodo de fuerzas, exceptuando unas tres ciudades… básicamente Guayaquil y en menor medida Quito y Cuenca, donde aún juegan un papel los partidos o lo que queda de ellos, sobre todo en Guayaquil.
¿Tras el correísmo, los partidos no tienen fuerza?
La caída de los partidos no es un producto de Rafael Correa. Vienen en caída desde el 2002. Entre el 1998 y el 2002 caen veintitantos puntos porcentuales en votación y en puestos en el Congreso. Entre el 2002 y el 2006 caen 30 puntos porcentuales más, es decir, llegan a menos de la mitad de la votación que tenían en 1998. Después, ya con la Asamblea Constituyente y la elección de asambleístas del año 2009, se ve su crisis definitiva. Esa es la situación previa. Pero insisto, es distinta la cosa en el nivel local.
¿Entonces vamos a ver un auge de cacicazgos?
Vamos a ver algunos cacicazgos y organizaciones locales que tienen su fuerza en determinadas zonas. Por ejemplo, en el propio caso de Guayaquil, que es una ciudad grande donde compiten por lo menos un partido relativamente fuerte, el Social Cristiano, algo queda del PRE y surge Creo. Ahí vamos a tener una fuerza local que casi no tiene representación en otras provincias o ciudades: el Centro Democrático, de Jimmy Jairala. Es un caso de una organización que tiene su fuerza específicamente ahí. O la del prefecto de Manabí, M. Zambrano, que tiene su fuerza en Manabí y particularmente en Manta, y lo mismo puede decirse de algunos otros liderazgos. Entonces el panorama es complejo por eso, porque juegan muchas fuerzas: partidos, movimientos locales, caciques e incluso ‘outsiders’. Entonces, hay que ver muy cuidadosamente estas elecciones.
¿Y de ahí al 2021 los partidos tendrán otro papel?
Una manera de verlo es como una especie de metáfora. En el fútbol se juega en categorías y lo que llama la atención es la primera categoría que se juega a nivel nacional. Y en un nivel local juegan todos. Creo que sería útil que el CNE hiciera una reforma para que se diferencien los dos niveles, no solo en el calendario electoral, que las elecciones sean separadas, sino en reglas. Por ejemplo, en estas locales que jueguen todos, como es ahora, y que en las nacionales jueguen solo las de la categoría A. El fútbol es sabio en eso.
¿Los movimientos no han jugado su papel?
Los movimientos no van a jugar nunca otro papel. Van a ser lo que son hasta ahora, prácticamente unas maquinarias electorales que se activan en elecciones. No van a ser estructuras orgánicas fuertes.
Pero los movimientos se formaron por un clamor popular en contra de los partidos.
La gente confundía la crítica a los partidos, pertinente y justificada, con cómo eliminar los partidos y sustituirlos por otras cosas. Era un error. Lo que había que hacer era obligarles a perfeccionarse, que sean actores políticos centrales del sistema político, y que los movimientos jueguen en estas otras categorías, en las ligas barriales, o la tercera categoría. Creo que fue un error, y hay que enmendar y reformar para las elecciones del 2021.
¿Hay que darle su lugar a los partidos políticos?
Claro, pero no en estas elecciones. En estas, incluso, yo creo que los partidos deberían ver con cierta lejanía a las elecciones locales. Porque es como que le pone al que está jugándose la final del Campeonato con el de la liga barrial y ponen en riesgo la Copa. Está poniendo en juego el propio campeonato. ¿Qué pasa si el Emelec, la Liga o el Barcelona tienen que jugarse el Campeonato con la Liga Barrial de Chaupicruz? Hay que hacer una reforma que diferencie, que cierre el espacio de lo nacional para partidos constituidos.
Entonces, ¿es pertinente la reforma electoral?
Desde hace mucho que es pertinente. El problema del sistema electoral ecuatoriano es que se llenó de parches. Y la última reingeniería fue el Código de la Democracia, que es una cosa que no que no tiene coherencia interna. Entonces, hay que repensarlo íntegramente, para tener mejor representación y tener al mismo tiempo mejor gobernabilidad. Las dos cosas son posibles, se excluyen porque a veces por dar más gobernabilidad se tiene menos representación y viceversa. Si esos son los objetivos, veamos cómo debe ser un sistema electoral.
Para las elecciones de marzo hay una derecha dividida y el centro y la izquierda no tienen liderazgo. No es un momento auspicioso para los partidos.
Vamos a tener un largo tiempo de esta situación. No sé cuánto, no se puede anticipar, pero no va a ser inmediato que se solucione y que haya una mejor representación, o que los partidos actúen de otra manera, incluso que la gente acepte a los partidos, porque el sentimiento antipartido no es exclusivo del Ecuador. Es muy generalizado.