
Según la superstición, comer 12 uvas con las primeras campanadas del nuevo año es un augurio de buena suerte y felicidad. Foto: Flickr/ jacinta lluch valero.
Los mitos que acompañan a las uvas de año viejo

Si no lo has hecho tú, seguramente sabes de alguien que con las 12 campanadas se coma las uvas- además de otras tradiciones como la quema del viejo, correr con la maleta, saltar en un pie, usar un interior amarillo y más-. Comer uvas a las 00:00 del 1 de enero es quizás una de las tradiciones más curiosas del año nuevo.
Prosperidad y felicidad auguran 12 uvas si se las consume al llegar el nuevo año. Estas frutas se popularizaron en diciembre con una superstición sin un origen certero, pero la mayoría de las historias se remontan a España.
Un reporte de la National Geographic reconoce dos versiones como las más populares. La primera data de 1882 cuando la clase burgesa española acostumbraba a consumir uvas y beber champagne durante la cena. Así se distingue a personalidades dentro del consejo de ministros como incitadores a este consumo para el festejo.
La segunda versión indica que la costumbre inició en 1909 cuando los productores obtuvieron un excedente de cosecha y aprovecharon la venta de las uvas catalogándolas como “uvas de la suerte”. Aunque la etiqueta se ha quedado, este mito ha sido invalidado en varias ocasiones.
Luis González, director del Consejo Regulador de la Denominación de origen Uva de Mesa embolsada, de Viñalopó indicó a la agencia EFE que uno de los motivos principales sería reconocer que con los medios de la época tener uva fresca a fin de año era bastante complicado, “e imposible que se llegase a tener abundancia o excedente”. A Viñalopó se lo conoce como una de las zonas de viñedos más antiguos, dedicados a uva de mesa –uva que no da vino-.
De hecho este mito también se desmiente al leer diarios como El Siglo del Futuro. En su edición de 1894 –cargada en versión digital- se recuerda la costumbre del consumo de uvas. Allí se muestra a esta fruta como una tradición francesa que se adoptó entre los españoles "hace pocos años" ajustando la ingesta de las uvas con las doce campanadas y que reflejan cada mes del año entrante.
“Las uvas, comidas con fe la última noche del año viejo proporciona la felicidad durante el año nuevo”, indica el artículo sin autor. Esta superstición también estaba ligada al estado civil de las mujeres.
Ahora se acostumbra a pedir un deseo en cada bocado pero en el siglo XIX muchos creían que las uvas que comía la mujer casada eran para “cambiar el carácter del esposo irascible; la soltera para inñamar el corazón del galán indiferente y desdeñoso; la viuda para llegar á las segundas nupcias…” Entre otras creencias populares que se han ido modificando con el paso del tiempo.
En países latinoamericanos también se ha adoptado este consumo y Ecuador no es la excepción, aunque en el país las uvas casi no se produzcan. Las uvas que se consumen en el país provienen –en su mayoría- de Chile. Así lo indica el chef y técnico gastrónomo de Patrimonio Alimentario, Esteban Tapia. Él propone utilizar el mismo concepto de festejo pero con alimentos más locales. Indica que se podría consumir, por ejemplo, las uvillas para despertar el aprecio de
El 31 de diciembre la mesa contará con este alimento especial que bien sea por superstición o por su sabor se disfruta con la ilusión de que con el nuevo año se cumplirán nuevos sueños.