Fernando Ampuero, Gabino Torres, Nataly Valencia y Hugo Ferro compartieron algunas experiencias escolares. Foto: Archivo EL COMERCIO

Fernando Ampuero, Gabino Torres, Nataly Valencia y Hugo Ferro compartieron algunas experiencias escolares. Foto: Archivo EL COMERCIO

En el colegio, el hábito no hace al monje

Fernando Ampuero, Gabino Torres, Nataly Valencia y Hugo Ferro compartieron algunas experiencias escolares. Foto: Archivo EL COMERCIO

Amigueros, deportistas, ‘matones’. Estudiantes hay de todo tipo, pero los buenos amigos y algunas lecciones de vida es algo que las aulas del colegio dejan como una huella imborrable. A propósito del inicio de un nuevo año lectivo en la Sierra, cuatro personajes públicos recuerdan su época como estudiantes secundarios.

El músico

Desde segundo o tercer curso, Gabino Torres ya se andaba paseando con una guitarra bajo el brazo. Esa era, además de una pasión natural, la tarjeta de invitación a las ‘caídas’ que se organizaban en casas de amigos. Era el pretexto ideal para rodearse de buenos amigos y “un par de novias, de esos amores inocentes”, explica el músico y actor ecuatoriano que ahora promociona su segundo disco ‘Canciones en tinta china’.

Recuerda que en sus años de colegio sonaba muy fuerte la trova cubana y de su guitarra se desprendían temas de Silvio Rodríguez, Luis Eduardo Aute, León Gieco. También se tocaba mucho rock en español como La Ley, Seru Girán, Charly García, Soda Stereo, entre otros.

“Creo que en la época del colegio es un momento para explorar y descubrir nuestra propia personalidad. Los amigos con los que uno tiene cosas en común son los que ayudan a forjar la personalidad. Por eso, uno tiende a parecerse a los amigos”, comenta el artista.

Torres fue alumno de la Academia Naval Almirante Nelson y del Colegio Experimental Isaac Newton y aunque no se considera un ‘matón’ nunca se quedó a supletorios. Le despertaban mucho interés las materias que tenían que ver con arte, literatura, filosofía y ciencias naturales, hasta que terminó graduándose como químico biólogo.

Para ir al cine tenía que ahorrar toda la semana. “Es bueno hacerse a la idea de andar con las justas porque te das cuentas que los momentos más chéveres en realidad no dependen de la plata. De experiencias como esas se aprende a compartir y a hacer las cosas en grupo”, recuerda.

Video: YouTube, canal: Gabino Torres

La actriz

Luego de pasar el primer curso en el colegio Francisco de Orellana, Nataly Valencia hizo toda la secundaria en el 24 de Mayo, uno de los colegios más tradiciones de la capital. Se considera una buena estudiante, del tipo de las que no se quedan a supletorios.

Entre sus compañeras era conocida por su talento en las artes escénicas porque se dedicaba a formar grupos de teatro con sus amigas para montar pequeñas obras improvisadas, que ella mismo escribía y las presentaba de aula en aula. “Desde niña me gusta actuar y en el colegio empecé a tomar cursos de actuación para televisión”.

Cada vez que empezaba un nuevo año lectivo le ganaba la pereza “de levantarse cuando todavía es de noche, bañarse a las 05:00 y salir a esperar el recorrido a las 06:00”. En un colegio con normas bastante estrictas también tenía que dedicarse a mantener su uniforme impecable. “Nos revisaban todo: la falda cuatro dedos por debajo de la rodilla, los puños de la blusa bien planchados”. Sin embargo, el regreso a clases también significaba volver a ver a sus dos mejores amigas, con quienes mantiene una buena relación hasta ahora.

En un colegio con aulas para 50 alumnas hacerse de un buen puesto en los primeros días era crucial. “Siempre le gustó sentarse en los primeros asientos porque sabía que si sentaba atrás me dormía en clases o me despistaba. Era chistoso porque los primeros días de clase tenía todos los útiles que piden en la lista. Pero cuando van pasando los días, de pronto empieza a desaparecer todo y la mochila pesa menos porque se pierden las cosas”.

Video: YouTube, canal: enchufetv

El ‘inquieto’

Fernando Ampuero desfiló por algunos colegios entre primero y sexto curso. Aunque se reserva el número, el abogado y presentador de noticias dice que no era un mal estudiante aunque reconoce que era un tanto ‘inquieto’. Su padre se jubiló amenazándole con inscribirlo en un colegio militar. Promesa que, para suerte de Fernando, no se cumplió.

Además de las bromas y travesuras recuerda que se pasó toda la secundaria corriendo atrás de una pelota, sea de fútbol, básquet, tennis o lo que sea. Un hábito que lo mantiene hasta ahora cada vez que puede reunirse con amigos para un buen partido.

“Lo importante y lo chévere es compartir con gente con quien hasta ahora tengo una relación de entrañable cariño y eso es la mejor herencia que puede dejar el colegio además de la formación”, asegura el anchor de Gama TV.

El entusiasmo por conocer a las compañeras nuevas es lo que más recuerda de los primeros días de un nuevo año lectivo. Algunas veces también le tocó ser el nuevo de la clase y eso suponía un alto nivel de ansiedad. En cuarto curso, cuando se decidió por seguir la especialización en ciencias sociales, experimentó una gran incertidumbre por la reconfiguración de los grupos.

Su principal preocupación era la salida o la llegada de los buenos jugadores de fútbol, pues de eso dependerían muchas victorias deportivas. Para sobrevivir con ‘sueldo de estudiante’ le tocaba hacer magia. “Cuando uno podía conseguir dinero para comprar comida en el recreo había que protegerla con la vida porque era como horda de naves que querían quitarte tu comida. Por eso desarrollé la habilidad de trepar árboles con cola y hamburguesa en mano. Era la ley de la selva”, recuerda.

Video: YouTube, canal: GamaTV

El emprendedor

El San Gabriel fue el colegio en el que Hugo Ferro empezó y termino la secundaria. “Mi paso por el colegio fue traumático porque era de los nerds. No me gustaba el fútbol o las broncas, más bien me gustaba la poesía, el teatro y la música y eso me convirtió en un bicho raro”, dice el artista que recuerda el club de teatro como una de sus actividades favoritas.

Ser productor artístico hoy en día se deriva de su fama de emprendedor que tuvo desde aquellos años. Desde tercer curso vendía sánduches y por eso le llamaban el ‘sanduchero’. Ya para sexto curso era la envidia de sus compañeros cuando pudo comprarse su primer auto.

Una empresa que significó algunos sacrificios y mucha disciplina. A las 03:30 se levantaba a preparar 150 sánduches. Veía el amanecer mientras picaba cebolla, cortando tomates. Desde entonces es muy buen madrugador un hábito que lo mantiene hasta ahora pues considera que las primeras horas de la mañana son las de mayor creatividad.

Aunque no era de los más populares tenía dos entrañables amigos que también estaban ‘fuera del molde’. Con ellos se veía incluso en vacaciones para pasear en bicicleta o ir de campamento al Cotopaxi o al Pasochoa.

“Lo que tengo que rescatar del colegio es que gracias a este no soy católico y soy un hombre muy disciplinado”. Un valor que ha sido determinante en su actual carrera pues admite que es un productor y empresario muy metódico y puntual. Aunque viene de una familia de músicos, desde niño le tenía bronca a la música. Cuando su madre le compró una guitarra y lo inscribió en clases de música lo sentía como una obligación. Redescubre sus genes musicales en quinto curso. Pero para ese entonces tuvo que financiar por su cuenta su formación.

Video: YouTube, canal: Chaucha Kings