La Secretaría de Gestión de Riesgos (Defensa Civil) dispuso cambiar el nivel de alerta de amarilla a naranja (previa a la roja, de máximo peligro) y la activación de planes de contingencia respecto al volcán Tungurahua. Foto: Glenda Giacometti / EL COMERCIO
El volcán Tungurahua no ha tenido un mayor incremento en su actividad eruptiva, desde el domingo 25 de septiembre del 2016 cuando se registró un aumento en su comportamiento interno.
Benjamin Bernard, vulcanólogo del Instituto Geofísico de la Escuela Politécnica Nacional, explica qué ha pasado en estos días con el Tungurahua, un volcán que está a punto de cumplir 17 años de su proceso eruptivo.
En el último informe especial 8, publicado el 25 de septiembre, el Geofísico informó que se analizaba la posibilidad de una reactivación (erupción) de un corto a un plazo inmediato.
“Lo pusimos a corto plazo, porque había ese incremento rápido, pero al momento no hay mayor aumento, aunque debemos estar atentos a lo que pueda pasar”.
El aumento rápido de la actividad sísmica apuntaba a una reactivación a corto plazo (de horas a días), pero tampoco es muy fácil saber lo que vaya a ocurrir.
En este momento, lo único cierto es que el volcán presenta una actividad interna moderada, debido a la presencia de sismos de largo periodo, que se producen cuando existe el movimiento de fluidos y de magma, que pudieran ascender hacia el cráter. También hay tremores, que son vibraciones en el conducto. “Es como una (especie de) resonancia del conducto al pasar algo, que pueden ser gases o fluidos”, indica Bernard.
Normalmente, se registraban entre 3 y 4 sismos de largo período diarios, pero luego del 12 de septiembre del 2016 –cuando se registró un aumento de la actividad- subieron a 40 y 50 por día. Sin embargo, el sábado 24 y domingo 25 de septiembre llegaron hasta 100. “Es un cambio significativo y debemos ver en los próximos días cómo cambia”, resalta el investigador.
El Tungurahua no ha presentado sismos volcano-tectónicos (fracturamiento de la roca interna); por esa ausencia lo vigilan con detenimiento, ya que en otras ocasiones se presentaron justo antes de comenzar una nueva erupción.
Pese a que existe una actividad interna moderada, esta no se ha expresado superficialmente con la expulsión de gases u otros materiales. Bernard explica que posiblemente se debe a que algo está impidiendo que suban o pasen al exterior; es decir que puede haber un taponamiento del conducto.
El Geofísico se ha planteado la posibilidad de que esta reactivación interna no conlleve a una erupción; es decir que no haya manifestaciones externas, similar a como ha estado en estos días.
Si hubiera erupción, se esbozan dos escenarios. El primero se relaciona con una erupción vulcaniana (por el volcán Vulcano), parecida a las de julio del 2013 y febrero del 2014.
Este comportamiento vulcaniano se da cuando el volcán tiene cerrado el conducto o porque se formó un tapón. Los gases se acumulan y presionan hasta romper ese tapón, luego del cual aparecen explosiones bastantes fuertes. La del 14 de julio del 20163 ha sido la más fuerte de todo este proceso eruptivo de casi 17 años, inclusive mucho más tremenda que la que hubo en la erupción del 16 de agosto del 2006. “No duró mucho tiempo (2013), pero en intensidad fue más fuerte”.
Una vez que se rompe el tapón, se forman flujos piroclásticos, que en el 2013 alcanzaron las faldas del volcán, de 7 a 8 kilómetros bajo el cráter. También existe una fuerte caída de ceniza y sostenida.
“No sabemos exactamente si hay un tapón fuerte o si se puede romper por partes. El segundo escenario es que si no se rompe de una vez sino gradualmente, va a producir mucha ceniza pero sin grandes flujos piroclásticos”. A este comportamiento se lo conoce como estromboliano (por el volcán Stromboli).
El Tungurahua –ubicado en Los Andes de Ecuador– está en erupción desde el 17 de octubre de 1999, luego de casi un siglo de calma total.