Los hongos de ceniza han llegado hasta los 2 kilómetros de altura sobre el cráter. Imagen registrada el 23 de agosto del 2015. Foto: Martin Bernetti / AFP.
La constante expulsión de ceniza y gases del Cotopaxi muestra la fuerte presión interna que se registra en el volcán.
Su comportamiento está acompañado de un tremor sísmico que se inició a las 21:41 del sábado 22 de agosto y que se mantenía hasta el cierre de esta edición. Llevaba más de 36 horas sin detenerse. Ayer fue mucho más fuerte que el domingo.
El tremor, que es el movimiento continuo de la parte interna del volcán, ha provocado la salida permanente de ceniza y gas, en forma de grandes hongos. Existe mucha presión de los gases, que al entrar en contacto con un sistema hidrotermal del volcán, se produce la expulsión del material.
El informe del Instituto Geofísico de la Escuela Politécnica Nacional indica que esta manifestación “sigue provocando una alta liberación de energía sísmica”.
Además, “las alturas de las columnas eruptivas y sus alcances son mayores, esto sugiere la presencia de presiones más grandes en el interior del volcán. Posiblemente esto esté relacionado con un ascenso de un volumen de magma”.
Sin embargo, hasta el momento el Instituto Geofísico no ha observado la subida de magma. Hay una presión, pero en los monitoreos aparece una mínima presencia de magma juvenil o fresco. Eso también se ha corroborado con la ceniza recolectada hasta el domingo 23 de agosto. Los resultados de los análisis muestran que el magma se encuentra varios kilómetros abajo del volcán.
Por eso, en el cráter no se ha observado incandescencia ni material magmático; y tampoco se ha tenido calor en las fumarolas que han salido.
El pasado 18 de agosto, los técnicos del Geofísico encontraron que la parte externa del cráter del volcán no presenta temperaturas magmáticas, lo que significa que no hay indicios de magma. La máxima temperatura que tuvieron, luego del monitoreo térmico, fue de 41,3 grados, indica un informe de la página web del Geofísico. La cámara térmica estuvo a 1 000 metros de distancia del cráter durante el sobrevuelo, que efectuó el técnico del Geofísico, Patricio Ramón, en un avión Twin Otter de la FAE.
Cuando hay presencia de magma, la temperatura oscila entre los 500 y 700 grados. Eso se encontró, por ejemplo, en la parte externa del cráter del volcán Tungurahua, luego de las explosiones.
Además se intentó hacer el monitoreo térmico del interior del cráter del Cotopaxi, pero fue imposible por las emisiones de gas, vapor y ceniza.
La salida de ceniza se hizo más fuerte desde el domingo 23 de agosto, según el informe del Instituto Geofísico.
El documento indica que la tarde de ese día “se observaron emisiones de ceniza con forma de hongos pequeños que ascendían desde el cráter con moderada energía. En principio, sus alturas no sobrepasaron 1 km sobre el nivel del cráter. Luego de cada emisión, los penachos fueron desplazados al occidente por la fuerza de los vientos, sobrepasando los 2 km de altura en algunos casos”.
Los técnicos y vulcanólogos recogieron ayer muestras de ceniza para saber el tipo de material y el volumen que ha caído en estos días.
El último boletín especial del Geofísico indica que el polvo volcánico llegó hasta el océano Pacífico, pasando por encima de Bahía de Caráquez (Manabí). Fue una ceniza muy fina que sobrepasó el perfil costanero de Ecuador.
El material volcánico se dirigió hacia el occidente y suroccidente del coloso, según el informe diario del Ministerio Coordinador de Seguridad, que se basa en los monitoreos permanentes del Geofísico.