Redacción Cultura
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En la fotografía tres indígenas amazónicos posan, orgullosos, con sus trajes de fiesta. Tienen sus lanzas clavadas en el suelo y miran directo a la cámara en una actitud de desafío y broma.
Estos ciudadanos ecuatorianos de fines del siglo XIX sirvieron para graficar la imagen que el Ecuador presentó de sí mismo en la Feria Universal de Chicago, en 1893. Un país exótico.
Las formas que ha tomado la representación simbólica, dirigida por las élites, que el país ha elaborado sobre sí mismo es uno de los ejes de la muestra ‘Políticas de la memoria’, cuyo subtítulo es: Del país exótico al testimonio político.
La exposición se presenta en el Museo de la Ciudad hasta el próximo 14 de noviembre. El concepto museológico y el montaje museográfico fueron preparados por un equipo de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso) por encargo del Ministerio de Cultura.
La responsable del diseño final de la muestra, Ivette Celi, cuenta que la principal dificultad fue “encontrar recursos visuales para dar cuenta del contenido de la investigación propuesta que abordaba los procesos -muchas veces excluyentes, otras dolorosos- mediante los cuales se había conformado la nación”.
Tales procesos se visibilizan a través, principalmente, de fotos antiguas, de revistas, libros y periódicos de la época, de gigantografías , infografías y mapas.
La búsqueda de estos insumos visuales intentaba buscar, sigue Celi, aquellos grupos que tradicionalmente fueron excluidos del proceso de construcción de la memoria social: los indígenas, los trabajadores, las mujeres, los afrodescendientes…
Un buen ejemplo de ese enfoque es una fotografía sobre la construcción del Palacio de la Exposición Nacional en Quito, que se celebró en 1909 con ocasión del primer centenario de la Independencia. La foto, que se muestra en público por primera vez, presenta a un grupo de indígenas desempeñando trabajos de albañilería. Y en ese punto descansa otra clave de la muestra. Dice Celi: “No se trata de una propuesta estética, no presenta obras de arte ni elementos visuales ‘agradables’. No es una historia con final feliz. Se trata de mostrar un proceso muy doloroso de lucha que los actores populares y sociales tuvieron que pasar para lograr un sistema un poco más democrático y para que los ciudadanos lleguen a sentirse, en efecto, ciudadanos”.
La exposición enfoca un período comprendido entre fines del siglo XIX y mediados del siglo XX. Valeria Coronel, quien lideró la investigación, entiende a la muestra como “una lectura de una etapa del país en la que se puede ver claramente los legados coloniales de exclusión, reforzados durante la República”.
También -dice Coronel- cuando se genera una visión más profunda y radical de la revolución: la entrada del campesinado indígena y montubio a los imaginarios nacionales y a los derechos sociales, “la búsqueda de la participación política por fuera de las élites regionales”.
Esta muestra, sigue Coronel, plantea “un conflicto con representaciones por mucho tiempo dominantes con sesgos racistas que legitimaban formas de control social y explotación mediante estereotipos sobre género, etnicidad y clase. La gente reclama una lectura de su historia y trabaja en su memoria”.
Módulos para un recorrido
La muestra está dividida en cuatro módulos (montados en el segundo piso del Museo de la Ciudad). El primero aborda las formas de lo exótico y el sistema de jerarquías a fines del s. XIX.
El segundo módulo ofrece la representación dividida de la sociedad, según un esquema racial y la búsqueda de legitimación retórica a través del discurso sobre el progreso.
La agremiación de los trabajadores y su lucha se examina en el tercer módulo. El cuarto módulo aborda el lugar que ganaron los trabajadores frente al poder político.
La exposición se presenta de martes a domingo, en la García Moreno y Rocafuerte. La entrada a la muestra es de USD 3, 2 y 1, que incluye el acceso al resto de colecciones del Museo.