En la vivienda de Virginia Lasso hay un principio que perdura en el tiempo. Para ella una revolución consiste en una búsqueda de una identidad personal. El mensaje es parte del legado familiar dejado por sus ascendientes Juan de Salinas y Javier y Francisco Ascázubi, dos próceres.
El padre de Virginia, Patricio Lasso (quinta generación descendiente) relató a sus vástagos, la sexta generación, dónde está la huella heroica de la familia y citó como prueba de los hechos la hacienda La Ciénega (Cotopaxi).
“La familia ha estado por 300 años. La hacienda, propiedad de los Lasso, es una huella real de los hechos. Esa fue casa del Marqués de Maensa y es una herencia por el lado de los Ascázubi. Allí se hicieron reuniones para la Independencia”, relata Virginia.
Las historias que escuchó motivaron a la mujer a recorrer el Centro y participar de los actos que recuerdan el Primer Grito desde hace dos años.
Lasso no quiere que el tiempo borre la huella. Ella transmitió a sus hijos Andrés y Fernando Becdach, las historias familiares. Ambos hicieron monografías de grado en el Colegio Americano sobre su ascendencia de próceres.
El primer trabajo se tituló: ‘10 de Agosto, ¿libertad o vasallaje?’ y el otro se refirió a la Historia del Ecuador a través de los ojos de una familia.
En las reuniones de su casa se reveló que cuando murió Juan de Salinas, jefe militar de la revuelta, a la viuda le trataron mal y se confiscaron los bienes por orden de Ruiz de Castilla. “Recién en 1822, el general Sucre, restituyó todos los bienes a una hija de Salinas. Hay una espada que todavía se conserva” .
Juan de Salinas nació en 1755. Fue hijo de Diego Salinas y de María Ignacia Zenitago.
Los restos del prócer descansan junto a la iglesia de Sangolquí..
En ese museo hay bustos de Juan Montúfar, Manuel Rodríguez Quirola …