Redacción Esmeraldas
El Valle de Sade está flanqueado por sembríos de palma y cacaotales. Está ubicado en el oriente del cantón Quinindé y bañado por los ríos Blanco y Guayllabamba. El factor común en esta zona son los largos y estrechos caminos enlodados y los vetustos puentes de madera.
Allí, el domingo pasado, un camión ranchero (chiva) cayó al abismo, mientras atravesaba por uno de los puentes. Murieron tres personas y otras 35 quedaron heridas. Álvaro Zambrano, presidente de la Junta Pro mejoras Valle del Sade, comenta que las vías y los puentes los construyeron, hace 30 años, las empresas madereras que operaban en la zona.
Los puentes del Valle de Sade son, en realidad, troncos de árboles tendidos de una orilla a otra y cubiertos por escasos tablones.
Por el pésimo estado de los caminos, por ejemplo, una ranchera recorre en dos horas y media los 52 km que separan a Quinindé de Sade. El pasaje cuesta USD 2,50. Los asientos duros, con una delgada esponja cubierta de cuero, incomodan a los pasajeros.
En el trayecto hay que cruzar estrechos puentes, en los que apenas alcanzan los buses. Luego, el camión sube a una gabarra, para desplazarse por el río Blanco.
Mientras avanza la ranchera, Auxilio Zambrano, un campesino de la comunidad Pata de Vaca, informa que fue testigo del accidente del domingo último.
Se embarcó en Santa Rosa. Le acompañaban su esposa y sus hijos Daniel, Gabriel, Pedro y Javier. Recuerda que con dificultad se sentaron en medio de otros pasajeros. Iban hasta Sade.
El campesino calcula que viajaban más de 80 personas, pese a que la capacidad de la ranchera es para 42. “Muchos venían colgados en los costados y en la parrilla”. Era día de feria.
Según director de Obras Públicas del Municipio de Quinindé, Jorge Siavicheay, hay 50 puentes de madera en la zona, que deberían ser mantenidos por la Prefectura. “Esa institución es la responsable de la red secundaria”.
Guberto Martínez, del Comité de Vigilancia de la cooperativa Quinindé, asegura que el accidente de la ranchera es el primero que ocurre en 34 años de servicio. También culpa al mal estado de las vías. “Nosotros pagamos peajes y por usar la gabarra”.