Universitarios incentivan la lectura a niños en Azuay, Cañar y Morona Santiago. Esto para revertir la tendencia de que cada vez leen menos en Ecuador, sobre todo en la zona rural.
Los niños de cinco a 11 años de edad leen un promedio de ocho horas semanales. Sube a 10 horas en los adolescentes, de 12 a 17 años. Más de 50% de los dos grupos leen más en escuela.
Esto es parte de las conclusiones de la Encuesta de Hábitos Lectores, que presentó el Ministerio de Cultura y Patrimonio, en junio del 2022 y, que incluyó a 15 492 viviendas de 23 provincias.
Uno de los hallazgos que preocupan es que el 7,4% de ecuatorianos no lee en ningún formato. Es decir, más de un millón de personas.
De ellos, en el área urbana las personas que no leen representan el 6,5% y en la rural asciende al 9,5%. En Ecuador se lee en promedio un libro completo y dos incompletos al año, según la misma encuesta.
Universitarios trabajan con juegos
Para fomentar el hábito de la lectura, la carrera de Educación Inicial de la Universidad Católica de Cuenca ejecuta el programa: Animación a la lectura. Los hacen desde agosto del 2020, como parte de las 120 horas de prácticas profesionales.
En este tiempo, los universitarios han trabajado con más de 10 planteles educativos de Azuay, Cañar y Morona Santiago, áreas de cobertura de esta universidad. El programa está dirigido a niños y adolescentes de inicial, educación básica y bachillerato, de planteles públicos.
Los universitarios trabajan con actividades lúdicas y juegos interactivos, explica Hilda Trelles, docente y directora del programa. Leen cuentos y microrelatos mezclando actividades dinámicas.
Así los niños se acercan felices a leer, participan y aprenden de forma fácil, porque trabajamos desde la parte sicológica, explica Trelles. Además, los universitarios ponen en práctica las técnicas aprendidas en las aulas.
Papel de los padres en la lectura
La lectura y la escritura son los aprendizajes básicos en los niños que se aprenden en las aulas y se refuerzan en los hogares. Les abre las puertas al conocimiento, pensamiento y lenguaje. Así lo dice el docente, Rubén Lema.
La encuesta de Hábitos Lectores señala que el 52,2% de niños lee en la escuela y sube al 55,2% en los adolescentes. En ocasiones, estos aprendizajes suelen presentar dificultades y preocupan a los padres.
Joaquina tiene cinco años y no le gusta la lectura. “Cuando nos ponemos a practicar se desconcentra, dice Carolina, su madre. Para Lema, en estos casos no hay que agobiar a los niños, sino llegar a la lectura mediante juegos.
El estudio de Hábitos Lectores señala que el 86,9% de padres incentivan a sus niños a la lectura en el hogar y leen cuentos. En el caso de los adolescentes el incentivo de los padres baja al 37,6% y el 34,7% lee por iniciativa propia.
El hábito por leer mejora la comunicación y el vocabulario
La pandemia profundizó este problema y por eso la carrera de Educación Inicial entró con este programa. En este tiempo han asistido a más de 300 niños y adolescentes, con mejores resultados en los que están en inicial.
Tras cumplir las 120 horas de prácticas, los universitarios aplican una encuesta a los padres y docentes de las escuelas asistidas. Los resultados son que los estudiantes mejoraron el nivel comunicativo, vocabulario, fluidez y comprensión lectora.
Hilda Trelles explica que con los niños es fácil trabajar, porque son versátiles. Pero los adolescentes son renuentes. “Esto viene como una cultura de la falta de interés. Hay jóvenes que leen por la fuerza porque no les queda de otra”.
Estos jóvenes enfrentarán problemas cuando acudan a la universidad. Allá el sistema no es conductivista. Los profesores comparten una clase y recomiendan la lectura de otras bibliografías para que aumenten conocimientos.
La lectura vía digital predomina
Con la educación virtual también cambiaron los soportes de lectura en las dos poblaciones. En los niños, el 48,2% lee en materiales impresos (revistas, libros y periódicos) y el 51,8 en el celular, computadora, lapto o tablets.
En los adolescentes aumenta al 67,3% el uso de las herramientas tecnológicas para la lectura y solo el 32,8 lee materiales impresos. Todo esto nos lleva a inventarnos nuevas estrategias para que los chicos se enganchen en la lectura, dice el docente, Rubén Lema.
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