En la comuna tsáchila Chigüilpe, los intermediarios llegan cada semana para comprar plátano, cacao, piña, entre otros productos. Foto: Juan Carlos Pérez / El Comercio
Un camión llega cada semana a la comuna tsáchila Chigüilpe, en Santo Domingo. En ese vehículo se transporta plátano y yuca hacia Quito.
Los agricultores tsáchilas se encargan de cultivar el producto. Luego se empaqueta y se traslada hasta la propiedad de Óscar Aguavil. Ese es un centro de acopio improvisado. “Llegamos a acuerdos para vender a una sola persona”.
El racimo de plátano se oferta entre USD 1,50 y USD 3. Pero según un intermediario, en la capital se comercializa entre USD 5 y USD 8. Es decir, que si no tuvieran inconvenientes en el transporte y vendieran directamente en los mercados de Santo Domingo, tendrían más ganancias. Incluso podrían alquilar un camión. Para Aguavil ese precio le ayuda, por ahora, a continuar con la producción.
En el 2007, se creó un mercado para que los tsáchilas vendieran sus productos. Estaba ubicado en el centro de Santo Domingo. Pero se cerró en el 2012. Según Aguavil, la transportación y la falta de clientes hicieron que el negocio no fuera fructífero. “Se ganaba hasta USD 10 semanales”.
Marlene Calazacón también vive en la comuna Chigüilpe. Ella y su familia se dedican a la producción del banano, desde hace 10 años.
Calazacón y su esposo, Guido Jiménez, realizan la cosecha todos los viernes, de 05:00 a 17:00. Ella ayuda a lavar y empacar el plátano en las cajas de exportación, para luego trasladar la mercadería a la comuna Otongo Mapalí, lugar en el que se vende a intermediarios.
Ellos pagan cada semana entre USD 15 y 20 para transportar su productos. El precio varía según el tamaño de la carga.
Semanalmente producen hasta 70 cajas de plátano y las distribuyen a un precio de USD 3,70 a 4,20 la caja.
Calazacón asegura que la ganancia de la venta es designada a la alimentación, salud y educación de sus tres hijos.
Según el historiador José Peña, la nacionalidad tsáchila no es de negociadores. “Cultivaban parcelas para alimentarse mas no para lucrar”. A raíz de la colonización -agrega- empezaron a manejar dinero y a emplearse en otros trabajos.
Un informe del Consejo de Desarrollo de las Nacionalidades y Pueblos del Ecuador (Codenpe) indica que el 90% de la población tsáchila adulta se dedica a la agricultura, silvicultura, avicultura y pesca.
El gobernador tsáchila Javier Aguavil afirma que luego de la colonización, los cultivos se volvieron diversos. “Eso atrajo a los comerciantes hacia las comunas tsáchilas”.
Para el exconcejal Manuel Calazacón esa fue una ventaja hasta que empezaron a pagar poco por los productos. “Los intermediarios vienen y ponen el precio”, añadió. Mientras, los nativos venden a precios“muy bajos, porque piensan que es preferible perder una parte de la inversión a que se dañe el producto y quedarse sin nada”.
Según la Prefectura de Santo Domingo, cuando se construya el centro provincial de acopio para el cacao, los tsáchilas tendrán la oportunidad de vender el fruto al precio del mercado. Allí se les dará charlas para tecnificar los cultivos y métodos para acertar en los negocios.
El proyecto se encuentra en la fase de estudios y recibe el apoyo de la Unión Europea y la Fundación Conservación y Desarrollo.
Pero según Manuel Calazacón, también se deben aprovechar los cultivos como el plátano y el orito que se dan en la zona. De lo contrario se repetiría el caso de la malanga, que dejó de cultivarse en un 50% en las siete comunidades nativas. Es decir, de los 400 tsáchilas que cultivaban el tubérculo ahora solo lo hacen 200, según se registra en los datos de la Asociación de Productores de Malanga de la provincia.
Calazacón asevera que desde hace cuatro años han desertado. Unos se dedicaron al turismo y otros al cacao. “Este cultivo deteriora el suelo y no había ganancias para nutrir la tierra. Por eso se cambió a un producto más rentable”.
En la comuna Colorados del Búa, en el oeste de Santo Domingo, los tsáchilas colocan sus productos en la vereda de sus casas cerca de la carretera. Los compradores van con sus camionetas y negocian el producto. “Hablamos del precio según la temporada de cosecha. A veces nos va bien”, afirmó la agricultora Rosa Aguavil.
Para el político tsáchila Ángel Gende, hace falta que se elabore un proyecto que incluya movilización en las comunas.
El alcalde Víctor Manuel Quirola aseguró que en enero tuvo una reunión con los presidentes de las siete comunas. Entre los acuerdos a los que llegaron para el 2015 fue solucionar la contaminación de los ríos y el mejoramiento de los caminos agrícolas. “Desde el Municipio, y tengo entendido que la Prefectura, se trabaja en proyectos para aumentar la producción de los tsáchilas. Pero es un proceso”.