Las cabinas Cuéntame están en las estaciones de Quitumbe, El Recreo, LaY, La Marín y Río Coca. Foto: Galo Paguay / EL COMERCIO
El viajar en transporte público de Quito ha generado, a veces, experiencias negativas en ciertas usuarias. Niñas, adolescentes, jóvenes y mujeres adultas han sido víctimas de acoso sexual en medios masivos.
En estos espacios públicos se ha denunciado -hasta ahora- a hombres por tocar las partes íntimas de algunas mujeres, masturbarse cerca de usuarias que viajaban de pie o exponer su pene en medio de la muchedumbre.
En promedio -hasta noviembre- son 500 casos presentados, refirió Daniela Chacón, concejala independiente, quien promovió en diciembre del 2014 el programa Cuéntame, que se realiza en el trasporte metropolitano (Trole, Ecovía y Corredor Sur Oriental). Pero no todas las afectadas levantan la voz.
Según la encuesta Percepción de Violencia, que sirvió de insumo para el proyecto Cuéntame, a una de cada tres mujeres le han tocado sus partes íntimas en el sistema de transporte público. De estas, el 67 % se ha quedado callada antes estas agresiones por temor, vergüenza, desconocimiento o porque en la sociedad se han ‘normalizado’ estos comportamientos.
Alexandra A., de 29 años, quien viaja en transporte público a diario, comentó que meses atrás un hombre se le apegaba, a pesar de que ella buscaba otros espacios dentro de la unidad. “Me sentí acosada y le golpeé. No sabía que esto se puede denunciar”.
El realizar prácticas de índole sexual en contra de la voluntad de una persona, sin que exista penetración, está sancionado. Por este delito, el Código Orgánico Integral Penal (COIP), en el artículo 170, establece hasta 10 años de privación de la libertad.
Las personas que se sientan vulneradas: tocadas o rozadas en el Trole, Ecovía y Corredor Sur Oriental tienen la opción de denunciar.
En las cabinas Cuéntame, ubicadas en las estaciones de Quitumbe, El Recreo, La Y, La Marín y Río Coca, un equipo de profesionales brinda apoyo a las víctimas y dan asesoría para que, si están decididas, denuncien. Este acompañamiento es gratuito.
Cuando las agresiones se dan en el trayecto, las personas afectadas pueden también alertar el hecho. La clave es no quedarse calladas.
En estos casos se requiere, una vez que se advierte el abuso sexual, comunicarse con el conductor para activar los protocolos. Esto permitirá retener a los agresores hasta que llegue la Policía Nacional.
La atención en las cabinas Cuéntame es permanente. El personal de la Empresa Metropolitana de Transporte de Pasajeros Quito (Epmtpq) se encuentra capacitado para atender a las afectadas. Las atenciones son 100% confidenciales. Otra opción, incluso, es llamar al 911.
“Hay que aprender a decir basta, para que estas prácticas no se vean de manera natural. No es normal que alguien extraño toque nuestro cuerpo”, enfatizó Rocío Espinosa, integrante del equipo legal del programa Cuéntame.
De las personas que han decido denunciar a la fecha, se cuenta con 11 sentenciados. La pena más severa ha sido de 80 meses de privación de libertad, a hombres que dentro de la Ecovía intentaron introducir los dedos en la vagina y masturbarse en las nalgas de una mujer, respectivamente.
A la par de las cabinas Cuéntame, la Unidad Metropolitana Patronato San José ha emprendido otras acciones para promover la seguridad para todos los usuarios en las unidades de transporte público.
Dentro de la campaña Yo Cambio por Ellas se ha capacitado a más de 3 000 personas, entre usuarios, trabajadores del Trole y policías metropolitanos; se ha colocado señalética en las paradas para sensibilizar a los pasajeros.
Para el primer trimestre del 2017 está planificado implementar una plataforma tecnológica para que -con mensajes de texto- las víctimas denuncien el abuso sexual en el transporte público, mencionó María Fernanda Pacheco, presidenta de la Unidad Patronato San José. Ella agregó que según estadísticas del Patronato y del Observatorio de Seguridad Ciudadana, el 91% de mujeres que usan transporte masivo ha experimentado acoso sexual.