Trajes de bioseguridad y visores no se requieren para tareas comunes

Antes de la pandemia, los overoles eran usados solo por personal médico. Los especialistas alertan: pueden aumentar el riesgo de contaminación. Foto: Galo Paguay / EL COMERCIO

Antes de la pandemia, los overoles eran usados solo por personal médico. Los especialistas alertan: pueden aumentar el riesgo de contaminación. Foto: Galo Paguay / EL COMERCIO

Antes de la pandemia, los overoles eran usados solo por personal médico. Los especialistas alertan: pueden aumentar el riesgo de contaminación. Foto: Galo Paguay / EL COMERCIO

En colores fucsia o celeste, con elástico en la cintura, de dos piezas o con las descripciones “para dama” o “para caballero” se ofrecen los trajes de bioseguridad, conocidos como overoles, en redes sociales.

Este implemento de protección y otros como mascarillas, visores, gafas y guantes son útiles. Tras 70 días de confinamiento, ya no los buscan solo los trabajadores de la salud. Los usan profesionales que retoman actividades laborales y ciudadanos que los ven como un escudo frente al covid-19.

Para ir al supermercado, Cecilia Espinosa usa un overol y una mascarilla obsequiados por su madre, quien -cuenta la abogada y docente universitaria- los confeccionaba antes de la pandemia. Y con un visor, que compró en USD 4,50.

Al cubrir su cara por completo se siente a salvo de un contagio. “El virus es un enemigo al que no podemos ver”.

El epidemiólogo y salubrista Daniel Simancas señala que es importante diferenciar entre equipos de protección para el ciudadano común y para los trabajadores de primera línea, sobre todo aquellos que atienden a pacientes infectados.

Para un ciudadano -dice el especialista- son suficientes mascarilla y alcohol o gel. Eso debe acompañarse con el lavado constante de manos.

Además, recuerda que las personas no deben tocarse la cara ni la mascarilla sin antes haberse lavado las manos o usado gel alcohol. “Cada 2,5 minutos, una persona se rasca o toca el rostro”.

Los visores y gafas -señala-son necesarios para quienes trabajan en atención directa al público. Para ir al supermercado tampoco hacen falta, ya que no hay gran presencia de aerosoles. Es decir, de expulsión de grandes cantidades de partículas contaminadas, en saliva y secreciones.

Eso sucede en ambientes hospitalarios. “No hay evidencia que demuestre que haya que salir con trajes a la calle, donde hay ventilación. Todos deben llevar mascarilla. El virus no circula en el aire”.

En el caso de los overoles, el mal uso puede incrementar el riesgo de contaminación, ya que requiere de protocolos de bioseguridad, al colocarse y retirarse el traje, explica el especialista en medicina crítica y terapia intensiva Daniel Zhunio. Por esa razón -indica- usan overol los médicos, como él, que están en contacto directo con pacientes enfermos e ingresan a una Unidad de Cuidados Intensivos (UCI), y no todo el personal de salud.

Él trabaja en el Hospital del IESS Quito Sur, que atiende a pacientes con cuadros graves de covid-19. En la UCI tienen áreas para colocarse los trajes y para retirárselos.

El médico sigue protocolos. Retirarse el traje, dice, es mucho más complejo, porque es ahí cuando hay mayor riesgo.

Zhunio enfatiza en que son de un solo uso. Por ejemplo, detalla que al salir a comer se retira el traje y al volver se coloca uno nuevo. También se cambia si se mancha o sufre una salpicadura. “Todo depende del ambiente y el tipo de paciente al que nos exponemos”.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) estableció protocolos relacionados con los equipos de protección personal (EPP), que el trabajador de salud debe seguir de forma estricta. Estos indican cómo colocarse el EPP con bata y overol y cómo retirarse.

Primero hay que lavarse las manos y colocarse los guantes. En el caso del overol, se empieza por las extremidades inferiores, torso y brazos. Después van la mascarilla, gafas y gorra. Luego otro par de guantes.

Para quitarse el EPP, el protocolo dice que el personal lave sus manos con los guantes puestos y se retire las prendas en orden, con cuidado. La OMS establece que este proceso se debe cumplir frente a un espejo o a un colega.

Proveedores de trajes, como Enma Espinel, los venden desde USD 12 hasta 25. Son antifluidos. Los overoles más caros se pueden lavar entre 10 y 25 veces, sin que pierdan el nivel de protección, asegura. Transportistas le han hecho pedidos esta semana.

Miguel Montalvo adquirió todo el equipo en unos USD 100. Compró el overol lavable con protector para zapatos, mascarillas y gafas para retomar el trabajo en su productora de publicidad. En la calle ha visto que incluso vendedores ambulantes y limpiaparabrisas los usan en estos días.